REVISTA GASTRONÓMICA GURMÉ DE CÁDIZ 31/12/16

Con esta delicias puedes picar sin sentarte ni detenerte, como un turista en tu propia ciudad duales con su tenedor mínimo, listas para tomar. Son macedonias que cambian según temporada. Igual tocan los mejores tropezones de melocotón que bolas de melón o sandía, grosella, mango, lo que tercie porque seleccio- na lo mejor de la lonja. En Las Nieves, un deli- boca, dulce al oído, sin empalago. Encima, es el más saludable e hipocalórico producto que puede comprarse en una pastelería, el de menor carga de grasa. Esta palmera es una obra de arte aunque aquello es para llevarse el expositor entero: fernandín, lengua de obispo, cañas… De todas las papas fritas artesanas, en rodajas, de perol y papelón, son de las mejores de la (pequeña) ciudad. Esquivan el peligro de ser grasientas con una fritura cuidadosa in ‘your face’, muchas horas de vuelo del autor y buen aceite de circulación frecuente. Hay gente que recorre decenas de metros (en Cádiz es mucha distancia) para buscarlas. Tiene dos tiendas, una en la plaza viñera del Corralón de los Carros y otra en Extramuros, en la calle Escalzo (junto a Plaza de San José). Merece la pena separarse de la avenida o el Paseo Marítimo esos 200 metros por catarlas. Y son la mar de portátiles. Y, obviamente, no son ni caras. La Organización Mundial de la Salud le debe un premio a Juancho. Su elixir natural de naranja las conserva hasta 72 horas. Tarrinas de exquisitas frutas cortadas y preparadas, hasta las pepitas les quita (como dijera el gran Pepe Monforte). Se llaman Frutal. Dosis indivi- Papas fritas del Corralón Fruta portátil de Frutal

Chicharrones en el Mercado Central.

cioso bar, con un siglo de vida y una preciosa terraza de aire toscano (sólo estropeada por el tráfico) las venden y por un precio de risa. Está en la plaza de Vargas Ponce, a metros de Cana- lejas y la calle San Francisco. Sólo se distribu- yen lunes y jueves. Los golosos del mundo que por un casual vivan en Cádiz o pasen por esta ciudad tienen muchos motivos para dejarse caer por Le Poe- me, a casa de Marie, pastelería imprescindible. Está en Alcalá Galiano (alias, calle Londres), junto al Mercado Central. Cuidado que chicharrón, en cada región, signi- fica una cosa distinta. Es como churrasco, que es una pieza u otra de carne, hecha de distinta forma, según el país o la comarca. En Cádiz, los chicharrones que no llevan el apellido ‘espe- ciales’ (estos son los cortados en lonchitas) van en un buen papelón. Son bloques de carne de cerdo frita en manteca colorada (todo muy macrobiótico, casi vegano). Es un aperitivo obligatorio entre lugareños tradicionales. La versión cochina y modesta de los bastones de fuet o los tacos de jamón. Grasientos, sin men- tirnos. Un endocrino los detestaría. Un goloso, no. Si te pasas, ya no podrás almorzar. Cuando están frescos y bien hechos, hasta calentitos, provocan el éxtasis en los carnívoros cerdófi- los. En el Mercado Central los venden en una docena de puestos. Chicharrones en el Mercado Central Macarons de Le Poeme

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