Bulevar Sur Nº 14 Otoño 2023

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n los salones se bailaba al ritmo que marcaban las bandas de jazz. Se imponía el desenfreno del fox-trot y del charlestón.El cubismo y el resto de ismos empezaban a hacerse fuertes en los salones y galerías pese a los gritos acade-

micistas de “¡Son unos degenerados!”. Era 1925, el disfrute servía de bálsamo para olvidar la Gran Guerra e inoculaba ante el futuro incierto que está por llegar. La ciudad y la no- che estaban repletas de flappers, humo y alcohol. París era una fiesta. La arquitectura se iluminaba, las calles se llena- ban de velocidad. Por mar, tierra y aire el mundo se conec- taba y los edificios se rendían a un nuevo estilo que incor- poraba nuevos gustos artísticos, materiales y tecnología. Todo ello puesto en una coctelera, aderezado con exotismo de África, Centro América y Oriente, y agitado bien, daría el art déco. A ritmo de jazz se perfiló el nuevo estilo. El art déco, ese movimiento de difícil definición y acotación, que tardó cuarenta años en tener nombre propio (hasta 1966 no fue bautizado). El estilo que comenzó su andadura en la década de 1910, que se paró bruscamente por la Gran Guerra, brilló con todo su esplendor durante los años 20 y 30, y extendió sus formas hasta los años 50 del siglo XX. Fue indiscutible protagonista del gusto moderno especialmen- te tras la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París de 1925. La primera de estas características celebrada en el mundo, un evento artístico, pero también de exalta- ción nacional. El objetivo era parar el auge del diseño y la fabricación austriaca y alemana, y resucitar una industria moribunda. Proclamar al mundo la supremacía francesa en la producción de artículos de lujo… y lo consiguieron.

Rafael de Penagos Zalabardo El negrodel Jazz Band. 1927

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