Poesía de mis adentros

LA ENVIDIA DEL INFELIZ

que iría a su lecho con el director del programa espacial para que firmara su aprobación.

El pobre hombre ya moribundo, fue visitado por su amigo y un notario para que firmara "heredar por testamento", en realidad, ya no sabía lo que firmaba; pero firmó la herencia al vago de su amigo, y así, éste vivió el resto de sus años sin dar golpe a costa de la envidia de un infeliz.

OCTAVAS ITALIANAS

Del soto al fuero, plática y fantasía, viaja el poderío que forja la envidia, del yo más, con espada, capa y lidia, escoge su toro en suerte y a torear, toda vida en tropelía por día en gozo, a cal y canto ¡oh salud que no vuelve!; impericia de afán que no resuelve, leve y puntual meta, sino es disfrutar. ¿Cuándo disfrutar si la vida es breve? Dulces instantes, ¡dejadlos que lleven!, recados alegres que almas renueven, como agua en río queriéndose dividir, para donar su manjar a toda hora, al fértil huerto nunca desmedrado, si en buena semilla y acopio abonado, es la esencia crucial para no morir. ¡Haz de acopio momentos de contento!, sin mirar al pozo que otro pretende, ahogado en su adalid siempre vende,

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