Gurme Cádiz 9-Invierno 2020

ENTREVISTA

querían en un papel. El cocinero se enfadaba porque le costaba entender la letra de todos los clientes, fue un tiempo muy divertido. Tuve la suerte de encontrar muy buena gente. Me apoyaron, me ayudaron y me enseñaron. ¿Y de ahí a Madrid? El trabajo en Italia era de verano, así que tuve que trabajar en la construcción el resto del año, pero después de un tiempo echaba de menos a la familia y me fui a Madrid, que era donde esta- ban. La verdad es que en Italia estaba acostum- brado a un buen nivel de vida, pero en España no había trabajo. Estaba a punto de comenzar la crisis, y encontré trabajo en un centro comercial precalentando comida y haciendo batidos cobrando 400€ al mes. Mi padre se dedicaba a la construcción y también trabajé en ese sector, nunca tuve miedo en hacerlo. ¿Pensaste en volver a Italia? Sin duda, pero por suerte encontré a Francisca, mi mujer, que es de Ayamonte. España no me convencía, ganaba muy poco dinero pero ella me apoyó en todo lo que quise hacer. Tras unos años en Madrid, un amigo me propuso ir a un hotel que había abierto en Tarifa, Posada La Sacristía. Querían que les echara una mano y me fui con ellos. La verdad es que fueron tres años muy buenos, trabajé de lujo. ¿Y cómo llegas a la red de Paradores? Mi cuñado trabajaba en el de Ayamonte y me dijo si me apetecía pasar un tiempo allí. Me quedé la temporada entera y luego me llamaron del de Mazagón. Tras tres años allí, me trasladé al de Salamanca. Hasta que me llamó el director del de Arcos y me propuso venir aquí, me ofrecía una larga temporada. No me lo pensé y me vine de un día para otro, trabajé el 25 de diciembre de 2017 en el de Salamanca y aquí

¿Cómo fueron tus inicios en la cocina? Yo comencé a trabajar en un Carrefour en Ru- manía, allí tienen también restaurantes dentro del supermercado. Empecé de ayudante y tras unos meses me hicieron jefe de partida y poco después de departamento. Al principio me vino un poco grande pero no porque no estuviera preparado, sino porque tenía 21 años y tenía que dar órdenes a gente que llevaba mucho

tiempo en la cocina. A veces eso fue difícil. Pero en aquel entonces en Rumanía, no sé si seguirá siendo igual, se cobraba poquísimo y yo quería progresar. ¿Fue entonces cuando viajaste a Italia? Sí, a un pueblo al lado de Ancona. Me hicieron unas promesas muy bonitas, pero cuando llegué allí, nada era cierto. Aún así fue muy divertido,

lo primero que hice fue preguntar cómo se decía trabajar en italiano. Entré en un restaurante y le dije al dueño que quería laborar, y él me señalaba el reloj y me decía que a las siete tenía que estar allí. Comencé fregando y un día el jefe me dijo que hacía falta gente en sala, así que de camarero sin hablar italiano. Les enseñaba la carta a los clientes y me escribían lo que

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