ESPECIAL CARNAVAL 26-02-2017

S U P L E M E N T O E S P E C I A L J U E V E S 2 3 . 0 2 . 2 0 1 7

ESPECIAL CARNAVAL 36

JoséManuel Verdulla

«¡El añoquevienesacouna ilegal!»

«Una fiesta tan humana, canalla, viva, cínica y falsa como el carnaval va a evolucionar junto a las generaciones que lo crean» CÁDIZ. Cuesta decidir y clasificar los recuerdos que pueden definir mis vi- vencias en carnaval. Pero haciendo un esfuerzo puedo agruparlos en tres eta- pas de la vida. El primero de todos en mi niñez es con mi padre escuchando a Paco Alba en un magnetófono, luego aparecen muchos más recuerdos, a mi hermana en la cocina enseñándome el tango de ‘gaditana’, a oscuras grabando en un ‘Vanguard’ al Peña y al Masa en ‘Dallas’, un almuerzo en el Faro escuchando al ‘gato andalú y los ratones coloraos’, po- licía a caballo por el Campo del Sur abriendo la cabalgata de las fiestas tí- picas con los gigantes y los cabezudos. Cabalgatas del humor con muy poca vergüenza y domingos de piñata en el Palillero luchando por coger algo de lo que caía. Vergüenza me daría ahora cantar en la clase de 7º de EGB aquel cuplé de entre ‘Pitos y flautas’ que me hizo cantar D. Francisco, mi maestro. En la época adolescente, vulgo del instituto, pude disfrutar cuando el carnaval de Cádiz era para los de Cá- diz, sin aglomeraciones ni botellón y cacharritos en Santa Bárbara. Salir con la pandilla de amigos caminan- do desde la Barriada de Loreto con disfraces hechos una semana antes y los tan de moda ahora coloretes pin- taos; por supuesto el disfraz sólo el primer fin de semana, el resto de días vaqueros y unos tenis. Perseguir a los ‘Comboys da pejeta’ de tablao a ta- blao. Memorizar gracias a Telesur y el primer VHS el popurrí de ‘Las mo- mias’. Las primeras noches en la sa- lita, pendiente de cambiar la cinta de 180 minutos, cinta que to- davía andará por el sa- lón de mi madre. Pero sobre todo descubrir las noches para

Verdulla, en la actualidad. :: LA VOZ

DE CERCA

el tópico de lo pasado era lo mejor, so- bre todo porque eso es lo que escuché a mi padre. Asumo que una fiesta tan humana, canalla, viva, cínica y falsa como el carnaval va a evolucionar jun- to a las generaciones que lo crean. Yo disfruté y disfruto con cada oportuni- dad de escuchar algo ingenioso, único y si puede ser borde, rozando el basti- nazo. Y sé que todavía me gusta el carna- val porque con la edad que tengo, to- dos los carnavales chiquitos me vuel- vo a casa pensando lo mismo. … ¡El año que viene saco una ilegal! «Disfruté en mi niñez escuchando a Paco Alba; en mi adolescencia siguiendo a ‘Los Comboys da pejeta’ y ahora selecciono lo que escucho»  Nombre. José Manuel Verdulla Otero  Edad. 47 años  Lugar de nacimiento. Cádiz  Profesión. Maestro de Ed. Primaria y Hermano Mayor del Nazareno de Santa María  Lo que más le gusta del Carnaval. Escuchar las ilegales en un callejón tranquilo  Lo que menos le gusta del Carna- val. Los que se ponen a hablar al lado tuya sin dejarte oir nada

Disfrazado de alpinista en el Carnaval de 1999. :: LA VOZ

tido en el Seat Toledo junto a mi espo- sa para escuchar ‘La niña de mis ojos’. Bendito Internet, youtube yOnda Cá- diz que ahora borran los kilómetros. Ahora demenos joven vivo y disfru- to de otro carnaval, ya no me disfrazo pero disfrazo siempre a mis hijas. Me escapo conmi esposa a escuchar ilega- les que sonmi perdición. Evito las bu- llas y selecciono lo que escucho. Lo que canto es de hace veinte años, no me- morizo nada nuevo aunque lo disfru- to igual. Si me hacen la pregunta capciosa de qué carnaval me quedo, no caigo en

fícil moverte el sábado por la calle. Descubrí el Falla yendo dos y tres veces por año. Primeras invitaciones a ensayos generales, inol- vidable el de ‘Los Pira- tas’, llegué al colegio presumiendo de haber escuchado al primer premio (que luego lo

p o d e r l l e g a r tarde escu- chando tablaos y las primeras ilega- les por la zona del corra-

lón. Y descubrí la comparsa gracias a Martínez Ares; ‘La ventolera’ reco- rrió la sierra en mi Clio cuando era maestro interino. En esa época empecé a notar queCá- diz se abría al resto del mundo, cada vez venía más gente de fuera y era más di-

fue). Dos años trabajando enAyamon- te nome pudieron desconectar, llegan- do a ir en coche hasta Isla Cristina por- que en el piso alquilado no podía sin- tonizar la radio y quedarme horas me-

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