Langman. Embriología médica

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Capítulo 18 • Sistema nervioso central

Circunvolución precentral Surco central

Circunvolución poscentral

Lóbulo parietal

Ínsula

Lóbulo occipital

Lóbulo frontal

Cerebelo

Bulbo olfatorio

Lóbulo temporal

Fisura lateral

FIGURA 18-28  Desarrollo de circunvoluciones y surcos en la superficie lateral del hemisferio cerebral. A. 7 meses. B. 9 meses. A B

de igual modo en dirección posterior y se divide en dos partes: (1) una porción dorsomedial, el núcleo caudado , y (2) una porción ventrolateral, el núcleo lentiforme , integrado por el putamen y el globo pálido (Fig. 18-27 B ). Esta división es definida por los axones que pasan desde y hacia la corteza del hemisferio y que atraviesan la masa nuclear del cuerpo estriado. El haz de fibras que se forma de este modo se conoce como cápsula interna (Fig. 18-27 B ). Los núcleos caudado y len- tiforme (putamen y globo pálido) forman parte de un grupo de núcleos denominado ganglios basa- les. Estos ganglios tienen conexiones numerosas con la corteza cerebral, el tálamo y el tallo cerebral, y desempeñan un papel importante en el control del movimiento voluntario, la conducta rutinaria, la cognición, las emociones, el aprendizaje proce- dimental y el movimiento de los ojos. El crecimiento continuo de los hemisferios ce- rebrales en direcciones anterior, dorsal e inferior determina la formación de los lóbulos frontal, tem- poral y occipital, respectivamente. Sin embargo, al tiempo que el crecimiento de la región sobrepuesta al cuerpo estriado pierde velocidad, el área ubicada entre los lóbulos frontal y temporal se deprime, y se le conoce como ínsula (Fig. 18-28 A ). Esta región queda oculta luego por el sobrecrecimiento de los lóbulos adyacentes, y al momento del nacimiento está casi del todo cubierta. Durante la última parte de la vida fetal la superficie de los hemisferios ce- rebrales crece con tanta rapidez que en ella aparece un gran número de circunvoluciones ( giros ), sepa- rados por fisuras y surcos (Fig. 18-28 B ). La diferenciación del sistema olfatorio depende de interacciones epitelio-mesénquima. Éstas tienen lugar entre las células de la cresta neural y del ecto- dermo de la prominencia frontonasal, para consti‑ tuir las placodas olfatorias (v. el Cap. 17, p. 300) y entre las mismas células de la cresta neural y la región AMPLE Desarrollo de la corteza La corteza cerebral se desarrolla a partir del palio (Fig. 18-24 B ), que tiene tres regiones: (1) la pa- leocorteza ( paleopalio ), (2) la arqueocorteza ( ar- queopalio ) y (3) la neocorteza ( neopalio ) (Figs. 18-25 C y 18-27 C ). Desde la perspectiva filogené- tica, el arqueopalio se relaciona con la corteza ol- fatoria y forma el hipocampo y el paleopalio, que son las porciones más antiguas de la corteza. En este mismo sentido el neopalio es la porción más reciente de la corteza, y comprende 90% de la es- tructura cortical. En el neopalio, olas de neuroblastos migran hasta alcanzar una posición subpial y luego se di- ferencian en neuronas maduras. Cuando llega la siguiente ola de neuroblastos, estos migran por las capas celulares formadas antes, hasta alcanzar la posición subpial. Así, los neuroblastos formados en forma temprana quedan en una posición profunda en la corteza, en tanto los que se forman de manera posterior se mantienen en una ubicación más su- perficial. Al nacer, la corteza tiene un aspecto estratifi- cado, que deriva de la diferenciación de las células en capas. La corteza motora contiene un gran nú- mero de células piramidales , y las áreas sensitivas se caracterizan por las células granulosas .

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