Mayores_Cordoba_Numero_02

Del 3 al 9 de octubre de 2016 Número 02 10 Nunca es tarde para empezar

no estoy para eso», le dije. Al día siguiente no quise volver, aunque todos habían sido amables y me habían trata- do bien. Mi hijo me dijo que no podía estar tanto tiempo sola y sin salir y que el Centro de Día me iba a servir para distraerme. Me resigné y co- mencé a ir, unos días conmás ganas y otros con menos. Todos los trabajadores son muy amables y educa- dos, están muy pendientes de mí. Poco a poco, gracias al trato recibido, me di cuenta de que les había cogido ca- riño y cuando estoy sola en casa, hasta los echo de me- nos. Gratas sorpresas Realizo muchas actividades que nunca pensé que las haría. Me hacen gracia y me sorprenden para bien las ocurrencias y habilidades de algunos compañeros y, últi- mamente, he recibido gratas sorpresas como, por ejemplo, hacemos gimnasia y, según el día, clase de logopedia, cultura general elemental, pintura, dibujo o manualidades, con recordatorio de fechas (para ejercitar la memoria). Sobre las 13 horas es la comida. Algunos de los residentes tienen que ser ayudados y ahí empieza el cariño y mimo que los cuidadores practican con paciencia, sin desánimo y con alegría. También tenemos una enfermera diplomada, que viene un día a la semana,

de las personas estos deta- lles no signifiquen gran cosa, pero para nosotros, los ma- yores, es mucho porque ¡nos dan vida! Yo pensaba que con la edad que tengo lo único que me esperaba era morirme y ahora me doy cuenta de que no, que todavía me quedan muchas cosas por hacer. Con mi experiencia quiero animar a todas las personas que como yo, son mayores, viven solas y no quieren de- jar sus casas, que se animen a asistir a este tipo de cen- tros en los que, durante todo el día están entretenidos, haciendo multitud de activi- dades beneficiosas para la salud, donde te relacionas con otras personas y donde recibimos muchos mimos y atenciones por parte de to- dos, ¡que tanto nos gusta a los mayores! y, por la tarde, volvemos a nuestras casas porque, como nuestra casa no hay nada. encargada de controlarnos la tensión, nivel de azúcar en la sangre y asistirnos en lo que cada uno necesite. Por todo ello, mi admi- ración y reconocimiento a estos cuidadores, que hacen a la perfección su trabajo, sin esperar ninguna alabanza, mereciendo por ello el reconocimiento público por su labor. Admiración que hago extensiva al resto de cuidadores de todos los centros esparcidos por nuestra Patria.

Relato de una matrona en AFA La Rambla

MANUELA RUIZ CASAS AFA La Rambla

Mi nombre es Mª del Car- men, aunque todos me cono- cen en mi pueblo, La Rambla, como María «la matrona», ya que toda mi vida me he dedi- cado a asistir partos. Mi vida laboral se extendió más allá de los 65 años porque antes es lo que había. Tengo 92 años. Desde que enviudé, vivía sola, hasta que, a mediados del pasado mes de agosto, una mañana engañada por uno de mis hijos, pensando que iba a la peluquería, me llevó al Centro de Alzheimer del pueblo para que lo co- nociera. Sinceramente, me sentó fatal y me enfadé mu- chísimo con él porque «yo

pasear por uno de los jardi- nes del centro que me pare- ce un lugar precioso. Otro día salimos al mercadillo, cosa que hacía miles de años que no iba, o merendar un trozo de tarta para celebrar el cum- pleaños de una compañera. Tal vez para la mayoría

Reconocimiento público a los cuidadores

RAFAEL ANDÚJAR GARCÍA APARCOR de Córdoba

Somos unos 14 residentes en APARCOR (Asociación de Párkinson de Córdoba) y padecemos varias enferme- dades: Parkinson, ELA, Alzheimer, Ictus y algunas más de igual o mayor grave- dad. Todos los días, una furgoneta acondicionada nos recoge de nuestros domicilios para llevarnos al centro. En dicho centro desayunamos,

Rafael Andújar

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