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Capítulo 4 / La ciencia del trasplante renal de cadáver   79

anteriores de «donación tras muerte cardíaca» o «donación en asistolia» han sido abandonados. Diagnóstico de muerte circulatoria.  Sigue existiendo una carencia de da- tos científicos sobre la duración exacta de la ausencia de circulación que puede causar una pérdida irreversible de la función encefálica. Debido a ello, las intervenciones postmortem que se han realizado con el objetivo de la donación de órganos (DCD) han sido controvertidas, y lo siguen siendo en algunos países. La función encefálica y la actividad eléctrica se pierden con unos segundos de ausencia de circulación; lo que es dudosa es la du- ración de la ausencia de circulación que evitaría el restablecimiento de la actividad encefálica si se restableciera la circulación. Incluso en condiciones de normotermia, el encéfalo podría ser capaz de tolerar hasta 10-11 min de parada circulatoria sin secuelas a largo plazo si se restableciera la perfusión. Alguna actividad encefálica puede restablecerse tras largos períodos de parada circulatoria, quizá hasta 60 minutos. Todos los casos inusuales documentados de autorreanimación se han producido en el contexto de abandono de la RCP, en lugar de en situaciones de retirada del tratamiento. Cuando ha sucedidomientras se monitorizaba continuamente el ECG, el mayor intervalo registrado entre la asistolia y la reanudación espontánea de la circulación fue de 7minutos. Regla del donante fallecido y donación de órganos La extracción de órganos para trasplante no debe causar la muerte de un donante. Esta regla es un axioma ético de la donación de órganos: ninguna extracción de órganos debe preceder a la declaración de muerte. La confianza de la gente en la donación de órganos depende de la garantía de que el profesional médico priorizará los cuidados al paciente que está falleciendo por encima de cualquier otro objetivo, aunque éste sea noble o bueno. Antes de que se aceptaran, en la década de 1970, los criterios para la muerte encefálica (mejor quemuerte cerebral), todos los órganos de donantes fallecidos se extraían de los pacientes tras la muerte cardíaca y circulatoria. Cuando se aceptaron ampliamente los criterios de muerte encefálica, los donantes de órganos DCD disminuyeron, debido a los riesgos asociados a la lesión isquémica en los riñones y al desarrollo de extracciones de múltiples órganos. Con la continua escasez de donantes de órganos de cadáver, los pro- gramas de trasplante y las OPO (organizaciones de procuración u obtención de órganos) necesitaron evaluar de nuevo esta práctica. En el año 2006, tuvo lugar una conferencia de consenso nacional (National Consensus conference) sobre DCD que contribuyó a la promoción de la DCD en Estados Unidos. Existen cuatro categorías básicas, denominadas de Maastricht, de do- nantes DCD (Tabla 4-2). Los donantes DCD de las categorías I y II, también denominados donantes no controlados, carecen de pulso y están en asistolia tras intentos adecuados, pero sin éxito, de reanimación. Algunos centros de traumatología han desarrollado protocolos para minimizar la isquemia en estas circunstancias mediante la colocación rápida de cánulas intravenosas para enfriar los órganos una vez que se ha declarado la muerte del paciente. La opción de donar se respeta hasta que la familia puede ser informada del fallecimiento y asesorada después por el personal de obtención de órganos. Si se logra el consentimiento para la donación, se extraen rápidamente los órganos para evitar una lesión isquémica adicional. La DCDno controlada constituye la formamás habitual de DCD en España (v. el modelo español, más adelante). En Estados Unidos, la DCD suele ser de categoría III o « controlada ». Estos donantes están en coma, con lesión ence- fálica irreversible y dependiendo de un respirador, pero no se encuentran en AMPLE

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