VOZ SEMANA SANTA 2017 09-04-2017-SUPLEMENTO

OPINIÓN

Domingo 09.04.17 LA VOZ

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U n año más, inmersos en la cuaresma, el cofrade empie- za a desempolvar la vieja tú- nica, en muchos casos here- dadas de sus antepasados, a buscar por entre armarios o algún lugar recóndito de la casa, el viejo cono de cartón que servirán junto al antifaz para preservar el carácter penitencial de quien es por- tador de una penitencia ejemplar o esa medalla que nos regalaron nuestros ma- yores cuando ingresamos en la herman- dad y al unísono nos rellenaron la pri- mera ficha de hermano o a llenar su ho- gar con aromas de incienso y azahar, mientras por San Francisco, en nues- tro Cádiz de nuestras entretelas, el aza- har empieza a brotar contagiando de aromas las calles y plazas colindan- tes…son los olores de la Cuaresma. El sabor de ese postre casero, el arroz con leche, puede que hasta se convier- ta en rutinario en estos cuarenta días, así como las exquisitas torrijas en sus diferentes variedades o los sabrosos y monumentales roscos…todo es típico y tópico…iguales pero diferentes. No pue- de faltar en ninguna casa gaditana, el alcaucil con chícharos y habas; hoy de- nominado ese exquisito manjar como alcachofas con guisantes, sobre todo en ese viernes santo, día alitúrgico y de au- téntico luto. Esas estampas del ayer que nunca de- bieran perderse, hacen que laCuaresma gaditana sea tan diferente a las demás como lo es la propia Semana Santa. Hoy el gaditano, que también lo es desde más allá de Cortadura e incluso D ías atrás, en el transcurso del traslado del Señor de la Sagra- da Cena a la S.I.C conmotivo del rezodel vía crucis oficial de esta Semana Santa 2017, pude observar en las calles la gran cantidad de público, padres, madres y numerosos niños, mu- chos de ellos, conmóviles en las manos capturando las imágenes ‘cofrades’ que en cadamomento pretendían. Pero fue llegandocasi aCatedral, cuan- doobservé aunpequeño conunode esos tambores de siempre atadoa sucintura, y que algunos también tuvimos. Fue a par- tirdeese instante, cuandoaquella imagen inspiradora trajoamimente losdulces re- cuerdos de las cuaresmas demi niñez. Y casi sin darme cuenta, la añoranza de aquellos días,me llevó a escudriñar las diferencias entre el modo en el que dis- frutábamos la cuaresma entonces, ycómo lo hacemos ahora. Y fue así como comenzaron a volar los recuerdos queme remontabanal colegio enel quenos explicabanel significadodel tiempo cuaresmal, losmomentos de re- zos al salir yentrar almismo, o cuandoen clase demanualidades nos proponían el entrañable reto de hacer un ‘pasito’, va- liéndonos de cajas de zapatos quedotába- mos de las más ingeniosas tecnologías, tratando de acercar el resultado a la ima- gen de nuestros propios sentimientos. Por entonces, no teníamos móviles, pero las imágenes las disfrutábamos a tra-

de las Cabezuelas, sueña con esa Sema- na Mayor, donde no se escapa ni un de- talle y vive la Cuaresma, las vísperas, más intensas que la propia Semana San- ta, porque la profusión de carteles e iti- nerarios, boletines, conciertos, mesas redondas, conferencias…hacen que se comprima aún más la cuaresma y que se viva más intensamente. Las Hermandades ‘de negro’, que son las que mejor conozco, viven este pe- riodo de tiempo, acaso de forma dife- rente, puesto que el montaje de los cul- tos, el reparto de túnicas y todos estos pormenores se hacen más a cuentago- tas, habida cuenta que contamos con el “hándicap” paramuchos de no sacar un multitudinario acompañamiento mu- sical, que podría ser más atractivo para el público pero no por ello demenos en- jundia para la propia hermandad. El cofrade de largo capirote, de tú- nica enlutada y de cirio al cuadril, sue- ña con el momento inigualable en que se descorran los cerrojos de la puerta del templo y el muñidor empiece a dar ta- ñidos con la traca e inicie su andadura en rigurosa penitencia el austero corte- jo camino de la S. I. A. Catedral para rea- lizar la estación de penitencia, como marcan sus estatutos. Y donde el rezo del Santo Rosario y losmotetes de laCa- pilla Musical serán el ADN de la Cofra- día en la calle. En un abrir y cerrar de ojos irá desa- pareciendo de nuestra vista ese ansia- do momento y que tendrá repetición un añomás tarde y a lamisma hora pero en situación totalmente distinta. condensada demi abuela, siempre antes de ir a laMisa de Palmas en la Iglesia del Carmen, al llegar el Domingo deRamos. ¡Cómo olía aquello! Olores queme transportan a aquellas cuaresmas de torrijas y arroz con leche. Ese que yo adoraba tomar calentito a pe- sar de que no fueramuy saludable, por lo que nuncame dejaban hacerlo. Cuaresmas que cobraban sentido de la mano de mi abuela, quien fuera mi gran catequista. Conella aprendí los pri- meros trazos del significado de la Sema- na Santa y la celebracióndel Triduo Pas- cual.Me decía…que antaño, cuando Je- sús resucitaba, se hacían sonar por las ventanas las tapaderas de las ollas y las campanas como señal de júbilo porque el Señor había resucitado. Retales de un tiempo, que me hacen tomar conciencia demi pasada juventud, y que han dejado una innegable huella enmi. Huella que trataré de transmitir a mis hijos, para que aún cuando los avances y las nuevas tecnologías parezcan que les acercan la realidad, no dejen de buscar y saborear la esenciayel sentidode cada cosa. Que la impronta que deje la cuaresma demi niñez, sirva para acrecentar el de- seo de vivir este tiempo como un mo- mento propicio de conversión y de tran- sición, enel que celebremos y signifique- mos la Pascua deResurrección, verdade- ro sentido de nuestra Fe.

El tiempo más ‘morado’ del año

ANTONIO MACÍAS GENEIRO HERMANO MAYOR DEL DESCENDIMIENTO

La Cuaresma de mi niñez

MANUEL E. MOTA GUTIÉRREZ HERMANO MAYOR DEL NAZARENO DEL AMOR

tocar la pantalla o recibir una llamada, re- cuerdo aquellos días en los que ansioso, aguardaba que llegara el concierto de la Municipal de Rota del Maestro Enrique Galán, en laCapilla deBendicióndeDios. Recuerdos del tambor quemi abuelo me traía demuy chico, y al que termina- ba haciéndole el inevitable agujero al tra- tar de emular torpemente el redoble, para mayor desesperación demis padres. ¡Y qué decir del incienso!. Esa esencia indispensable del cofrade, que hoy por hoy puedes conseguir fácilmente pero que por entonces no estaba al alcance de todos. Recuerdo comomi abuelo lo con- seguía a través de un conocido de alguna cofradía y como improvisábamos nues- tro incensario con la lata vacía de leche

vés de las estampas que coleccionábamos cuando acudíamos a los besamanos, va- liéndonos de la prensa ode los programas de radio de una uotra emisora para cono- cer el calendario de cultos de las herman- dades, ya que no existían los programas cofrades de televisión de los que dispo- nemos ahora. Y cómo olvidar aquel casette de “Mar- chas Procesionales de Semana Santa” que compréenParodi, en la calle JosédelToro, con el que disfrutaba de lasmarchas clá- sicas quehoy afortunadamente, vuelven a sonarmás que nunca (Amargura, Ione, Jesús de las Penas,Virgende lasAguas,….). Mientras hoy nuestros inseparables móviles nos acercan con total inmedia- tez los sones de unamarcha con tan sólo

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