Enfermería geriátrica y gerontológica

CAPÍTULO 11  |  Nutrición e hidratación

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TABLA 11-5

Interacciones entre hierbas y fármacos

Hierba

Fármaco

Efecto de la interacción

Glucósidos cardíacos Corticoesteroides Diuréticos tiazídicos Diuréticos tiazídicos

Aumento del efecto del fármaco Aumento de la excreción de potasio Aumento de la excreción de potasio Aumento de la excreción de potasio Aumento del efecto antitrombótico Aumento del efecto antitrombótico Aumento del efecto antitrombótico

Aloe barbadensis

Cascara sagrada

Matricaria

Salicilatos Warfarina

Ginkgo biloba

Medicamentos antitrombóticos

Kava

Depresor del sistema nervioso central

Aumento de la sedación

Sauce blanco

Salicilatos

Aumento del efecto antitrombótico

de calcio que reciben de las diversas fuentes. Deben con- siderarse también los alimentos y los suplementos que se consumen porque el salvado de trigo, la soja y otras legumbres pueden interferir con la absorción de calcio. La valoración de enfermería debe incluir una revi- sión del tipo y la cantidad de suplementos nutricionales que se emplean. El personal de enfermería puede moti- var a los adultos mayores a evitar el consumo excesivo de suplementos y evaluar su uso con los proveedores de atención a la salud. CONCEPTO CLAVE Las vitaminas, los minerales y los suplementos her- bolarios pueden ser benéficos, pero se recomienda precaución para evitar efectos adversos derivados de su consumo. Necesidades especiales de las mujeres Las cardiopatías, el cáncer y la osteoporosis son algunas de las enfermedades relacionadas con la nutrición a las que son susceptibles las mujeres de edad avanzada. La cons- ciencia de las necesidades y la disminución de los riesgos relacionados con la nutrición puede prevenir algunas de estas complicaciones. Desde los 64 hasta los 74 años de edad, la tasa de enfermedades cardíacas es igual entre hombres y mujeres. La reducción de la ingesta de grasa al 30% del total de kilo- calorías o menor (70 g en una dieta de 1800 kilocalorías) puede ser benéfica en la reducción de cardiopatías en muje- res mayores. La investigación está en el proceso de deter- minar el papel de la dieta baja en grasa en la reducción del riesgo de cáncer de mama, lo que puede ser otro beneficio de la limitación de la ingesta de lípidos. El consumo de alco- hol también tiene un papel en el cáncer de mama, pues la ingesta de 40 g o más han demostrado incrementar el riesgo de éste (900 mL de cerveza o 90 mL de whisky). Por lo tanto, se recomienda la reducción en la ingesta de alcohol. Casi todas las mujeres sufren algún grado de osteopo- rosis en el momento en el que llegan a los 80 años de edad. El riesgo de la pérdida ósea aumenta debido a disminución de estrógenos, obesidad, inactividad, hábito tabáquico y AMPLE consumo excesivo de cafeína y alcohol. El riesgo de fractu- ras por fragilidad ósea y las complicaciones que resultan exi- gen la prevención de la pérdida ósea mediante el control de riesgos. Las mujeres posmenopáusicas deben ingerir diaria- mente al menos 1000 mg de calcio. El calcio proveniente del carbonato y el citrato es la forma más habitual de suple- mentación de calcio. El carbonato de calcio es la forma de mayor coste-eficacia; debe ingerirse con los alimentos en dosis no mayores de 500 mg en cada toma para garantizar la absorción óptima (Dang, Levis, and Lagari, 2014). Con el incremento de la edad, se pierde líquido intrace- lular, lo que provoca reducción de los líquidos corporales. Mientras que el agua compone el 60% del peso corporal en adultos jóvenes, conforma sólo el 50% o menos del peso corporal en adultos mayores. Lo anterior disminuye el margen de seguridad para la pérdida hídrica; las alte- raciones mínimas en la ingesta o la pérdida de agua que no serían mayor problema en una persona joven pueden poner en riesgo la vida de un adulto mayor. El Institut of Medicine recomienda la ingesta de 3.7 L/día para los hombres de 50 años de edad y 2.7 L/día para las muje- res del mismo grupo etario (equivalente a 11-15 vasos de 240 mL). Algunas enfermedades requieren una menor ingesta de agua. El personal de enfermería debe valorar ciertos factores que pueden provocar que el adulto mayor ingiera menor cantidad de líquidos, como: ●● Disminución en la sensación de sed relacionada con la edad. ●● Temor a incontinencia (por enfermedad o ausencia de oportunidad para la micción). ●● Ausencia de acceso a líquidos. ●● Incapacidad de obtener o beber líquidos de manera independiente. ●● Falta de motivación. ●● Alteración del estado de ánimo o el estado cognitivo. ●● Náuseas, vómitos y alteraciones gastrointestinales. REQUERIMIENTOS DE HIDRATACIÓN DE LOS ADULTOS MAYORES

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