Mayores de Córdoba 2018 -2

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EXPERIENCIAS PERSONALES

Carta de nuestros abuelos Algunos usuarios de la residencia cuentan su experiencia

Residencia El Mirador

Somos un grupo de perso- nas mayores que vivimos en la Residencia El Mirador (Al- modóvar del Río), que por distintos motivos vivimos aquí. Como dicen Matilde, Isa- bel, Pepe y Bea, «cuando me trajeron aquí, al princi- pio creí morir». Está opinión es la más generalizada. Otros veníamos como Gloria, Victoria y Manuela, sabiendo que queríamos venir a la residencia, pero a la vez estábamos asustados, «no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, qué compañeros, cómo iba ser nuestra vida aquí, renunciá- bamos a nuestra vida para empezar otra sin conocer a nadie y con el sentimiento de solos». Hay otro grupo, que es el más pequeño, como Chari, Araceli e Ileana, que lo de- cidieron ellas. No querían la soledad de la noche, el que sus hijos «cambiaran su for- ma de vida por atendernos» y otros, cuando ingresaron, venían mal físicamente o mentalmente como Antonia o Lola, que no sabían siquie- ra donde estaban. Al ir recu- perándose se fueron encon- trando mejor y le dijeron a su familia que ya no querían volver a casa: «Quiero que- darme aquí, estoy muy bien, tengo con quien hablar, ha- cer cosas y me quieren, me tratan bien, quiero acabar aquí mis días».

Algunos de los mayores de la residencia El Mirador

Al principio, el sentimien- to que teníamos es que no servíamos y nos estaban arrinconando. Pero, al cabo de un tiempo, nos dimos cuenta de que ese senti- Viendo cómo estamos, nos alegramos. Hemos creado una segunda familia. miento estaba desapare- ciendo, que aquí nos encon- trábamos bien, felices, nos encontrábamos acompaña- dos las 24 horas. Nos atien- den en las dificultades de nuestra vida diaria, inten-

tando superar nuestras limi- taciones. Además, tenemos tanto rehabilitación física como psicológica y, lo más importante de todo, nos dan cariño. Viendo cómo estamos, nos alegramos, hemos crea- do una segunda familia, con nuestras cosas buenas y no tan buenas. Tenemos nues- tros roces, como cualquier familia, que solucionamos enseguida. Hemos recupe- rado mucha de nuestra au- toestima, ayudamos a los que están un poco peor a resolver sus limitaciones, es como «yo te ayudo pero a la vez me estoy ayudando a mí». Durante el día tenemos muchas actividades: manua-

lidades, terapia y de ocio. Cada uno elige según sus preferencias. Participamos en la elección del menú, sali- das de ocio y culturales para mantener el contacto con él exterior, preparamos fies- tas según la época del año, participamos en concursos con diferentes asociaciones demostrando nuestras ha- bilidades y nuestro poder de superación, es decir, no- sotros celebramos todos los días, son especiales, únicos. Lo único que le pedimos a nuestra familia es que vengan a vernos y disfru- ten con nosotros de nuestro nuevo hogar y familia, que son nuestros compañeros y trabajadores.

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