HOY EnSalsa 4 Primavera 2023

ENTREVISTA

R. V.: Yo lo he ido valorando cada vez más con los años. ¡Ahora de aquí no me mueve nadie! ¿Existe el turismo gastronómico en nuestros pueblos? R. V.: Sí, sí que lo hay. Pero creo que es el entorno el que invita a pasar el día. Hay gente que viene a comer a Al Norte, pero también a conocer Cuacos de Yuste, por ejemplo. R. M.: A nosotros igual, vienen a ver las cuevas y de paso aprovechan para conocernos. Pero cada vez hay más gente que viene solo a comer al pueblo. R. V.: Eso es porque cada vez hacemos las cosas mejor. No tiene por qué ser un producto extravagante, basta con cuatro cosas sencillas, pero bien elaboradas. ¿Cómo os está afectando la inflación? R. V.: Nosotros hemos tocado un poco los pre- cios a principios de año. No llegamos a com- pensar la subida real respecto a los proveedo- res, pero en un pueblo, una de las desventajas es que no puedes subir a la par. Subes un euro o cincuenta céntimos, algo muy sutil. R. M.: A nosotros nos pasa igual. Al que va buscando lo barato, le parece caro. Y al que va valorando la gastronomía, le parece barato. R. V.: Yo prefiero que si se sienta alguien y no le gusta lo que ve en la carta, nos lo diga. Que no pasa nada. Le dejamos la mesa a alguien que sí busque eso y ya está. ¿Tenéis problemas con las cancelaciones? R. M.: Lo que no es normal es que haya gente que no se presenta y, cuando llamas, ni te lo cogen. Cuando ves que se han pasado una hora y media de la reserva, no puedes meter a nadie más. Literalmente juegan con nuestro dinero. R. V.: Se está extendiendo esta conducta, sí. A nosotros nos ha pasado de tener a gente que reserva en varios sitios y, donde más cerca les pilla, ahí se quedan. Y luego no llaman para cancelar. A mí esto me cabrea porque no tie- nen reparo en dejarte colgada una mesa de seis. En un sitio pequeño, como el nuestro, eso es mucho dinero. Es una cuestión de educación y respeto por nuestro trabajo. R. M.: A veces también ocurre que tienes una reserva de ocho personas y luego llegan seis o menos. Esa mesa se la podrías haber dado a otra familia.

veces no valoramos lo nuestro. Yo soy fan número uno de nuestros productos. Todos los platos que hago llevan una base tradicional y algún producto extremeño. Otra gran suerte de vivir en Extremadura es que nuestros provee- dores son nuestros amigos íntimos. R. V.: Estoy totalmente de acuerdo. Además, nuestras zonas rurales se complementan. Lo que no tiene el norte de la región, lo tiene el sur. A mí me gusta mucho comprar en mi loca- lidad, al carnicero, en la frutería... En verano, la huerta extremeña también está muy bien, incluso hay gente que te regala frutas y verdu- ras. Un hombre del pueblo me trae a veces las flores del calabacín, porque sabe que me gus- tan mucho; las hago rellenas y luego en tem- pura. R. M.: Eso en la ciudad no te pasa. Nadie te regala nada.

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