Bulevar Sur Nº 11 NOV-2021
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y El canastillo de fresas, obra póstuma del maestro Guerrero, ambas estrenadas en el Teatro Albéniz en 1951. Entre 1942 y 1954 montó todos los escenarios y figurines de las operetas de Celia Gámez. Estas experiencias escénicas quedan representadas en numerosas obras, en la recreación de paisajes urbanos, ilustraciones decora- tivas que reproducen espacios de interiores, muy decorativos pero también muy teatrales. José Francisco Aguirre también realizó un nutrido conjunto de obras de gran formato, exponiendo en certámenes, galerías y
Su dibujo era la suma de las técnicas de diseño, del sentido esce- nográfico y del respeto por la narración y el mensaje. Es este Aguirre el que se hizo cargo de la dirección de arte de Blanco y Negro durante su segunda época. La revista, creada en 1891 por Torcuato Luca de Tena y Álvarez Ossorio, había dejado de publicar- se en 1939 y reapareció el 4 de mayo de 1957 bajo la dirección de Torcuato Luca de Tena y Brunett, nieto del fundador. Aguirre fue el responsable de la imagen y diseño de la publicación, a la vez que salpicaba sus páginas con ilustraciones para almanaques, cuentos,
muestras. A la pintura de- dicó el tiempo libre que le dejaban su trabajo principal como diseñador e ilustrador editorial y la dedicación a su familia (fue padre de diez hi- jos): “A ratitos, por las tardes o, a veces, por las noches”, reconoció el artista.
ensayos y artículos. Su vincu- lación con Prensa Española acabaría el 31 de diciembre de 1981, fecha en que se pu- blicó el último número de la revista en esa segunda etapa. Pero la carrera de José Fran- cisco Aguirre iba más allá de su trabajo en Prensa Españo-
Rompió los estereotipos de la ilustración de posguerra haciendo de sus obras un juego de construcción vanguardista.
Una trayectoria tan intensa estuvo salpicada de numerosos recono- cimientos, entre otros el Premio Lazarillo que recibiría en 1958 por las ilustraciones para El libro del desierto, con texto de José Luis He- rrera. “Hasta ahora, nuestros dibujantes repetían los mismos temas, desarrollaban el mismo estilo remirado, como rezagados respecto al arte nuevo, de espaldas a Europa y al mundo, a todo cuanto vi- niera a significar una renovación. Aguirre ha roto el viejo molde”, escribió de él el periodista y miembro del jurado del premio, Jesús Fragoso del Toro. Y así, efectivamente, rompiendo moldes, José Francisco Aguirre nos legó su obra. El diseño gráfico, en especial, y las artes, en general, le deben un estilo y un lenguaje inolvidable que marcó varias décadas.
la. Creador multifacético, Aguirre desarrolló un importante tra- bajo como escenógrafo que marcó indiscutiblemente sus proyec- tos de dibujo y diseño. La escenografía, quizás el terreno creativo más completo de las bellas artes, le proporcionó un dominio de la espacialidad y la composición muy útil a la hora de realizar obras y confeccionar en dos dimensiones. De enero de 1940 son las es- cenografías para el Romance del Conde Sol, anónimo del siglo XVI, para el Teatro Romea de la capital murciana. En mayo del mismo año llevó a cabo los decorados y figurines del auto sacramental El Gran Teatro del Mundo, representado también en el Romea. En Madrid continuaría dando forma a los escenarios de diferentes es- pectáculos como la zarzuela del compositor Ángel Barrios La Lola se va a los puertos, con texto adaptado por Guillermo y Rafael Fer- nández-Shaw sobre una obra original de los hermanos Machado,
José Francisco Aguirre. El perrodeMontserrat. Blanco y Negro, núm. 2354, 15 de junio de 1957. Colección ABC
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