BulevarSurPrimavera_2018

Nos comemos las tendencias |

e, incluso recuperar antigua clientela que siguen valorando una buena costura. No sucumbir a la fabricación en serie reconocen, es complicado. Pero su modo de entender la tradición les hace res- petar el producto y seguir tratándolo de una forma artesanal. Al fin y al cabo, el traje de flamenca no deja de ser un artículo de lujo. ¡C ómo hemos cambiado ! La influencia de la moda low cost y fast fashion también se instala en este sector. Cada año incorporamos a nuestra colección una nueva pieza para estrenar, como si de una camiseta o pantalón de nueva temporada se tratara. En los armarios de cada casa, al llegar primavera, cuelgan hasta 7 trajes de confección flamenca, uno para cada día de la semana. Está claro que la clientela de ahora no tiene nada que ver con la que era hace unos años. An- tes, la mujer que buscaba un traje se fijaba en la calidad, en las terminaciones, en la confección porque podía opinar con conocimiento de causa. Actualmente priorizamos lo es- tético y en eso ha tenido mucho que ver, además de la rapidez en el consumo y los precios asequibles de la moda casual, un nuevo participante: las redes sociales. Una plataforma asequible donde ellas aceptan la necesidad de estar presentes porque cuanta más cercanía haya con el con- sumidor, mucho mejor. Hay que acortar distancias. Y ellas lo tienen en cuenta, pero no les obsesiona. Sumémosle, pues, las redes sociales como una actividad más a estas mujeres todote- rreno. Las nuevas generaciones, nativos digitales, antes de ad- quirir un producto, consultan qué es lo que llevan puestos sus referentes. Lourdes Montes, que recientemente ha lanzado su primera colección de flamenca llamada ‘Mi abril’ junto con Ro- cío Terry, puntualiza con sorpresa esta situación: –¿También hay blogueras de moda flamenca? Pero no solo las jóvenes. Las madres también han cambiado. “Nosotras este año hicimos trajes para niñas y hemos vendido

mucho, porque hoy en día las madres son mucho más capricho- sas, compran por capricho”. Explica Lourdes. Es una realidad, a los niños ya no se les queda pequeña la ropa. Atrás quedó la tendencia de amortizar al máximo un traje durante varias temporadas. El privilegio de estrenar solo lo tenías cuando, por cuestiones de crecimiento, las madres aceptaban resignadas que ese año no podías saltar con él en la colchoneta de la calle del Infierno. Entonces, sin más remedio, tu traje pasaba a la siguiente hermana en orden de sucesión.

« Yo he aprendido a coser bien gracias a las clientas » Fabiola García

Detalle de mantoncillo estampado de Fabiola.

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