Cádiz de norte a sur

Vista de Arcos de la Frontera y el río Guadalete

La llamada del interior La provincia de Cádiz guarda entre su sierra algunos de los pueblos más bonitos de España. Naturaleza y turismo activo se unen en localidades que rezuman historia y posibilidades para el visitante. Recorremos algunos de ellos

Q ue la costa gaditana es espléndida, lo sabemos. También sa- bemos que sus playas atraen cada año a miles y miles de vi- sitantes en busca de atardeceres mirando al mar y descanso en esas arenas blancas. Pero más allá de asomarnos al Atlántico o al Mediterráneo, Cádiz nos ofrece la posibilidad de entrar en contacto con la naturaleza y descubrir, entre bosques y riscos, parte de nuestra historia. Y lo hace abriendo las puertas para que podamos asomarnos a su interior. Un interior que brilla, que refresca, que espera con los brazos abiertos a propios y a ajenos, a viajantes en solitario o a gru- pos y familias, a quienes huyen del bullicio pero quieren mantenerse activos, a los que buscan lugares especiales y quieren alejarse de los tópicos estivales. Y ello, tanto si el visitante se aloja en los propios pueblos de interior como si su base de operaciones se encuentra en la costa y decide re- correr los municipios más tímidos. Porque los pueblos de interior que recorremos en estas líneas no distan más de hora y media (en el peor de los casos) de algunas de las localidades de costa de la provincia. No hay excusas, pues, para no responder a la llamada del interior. Bajar la temperatura en los Pueblos Blancos Los Pueblos Blancos de Cádiz son, sin duda, el clásico del interior de la provincia. Formados por 19 pintorescos municipios de casas encala- das y calles estrechas, entre ellos se encuentran algunos de los pueblos más bonitos de España como Arcos de la Frontera, Olvera, Zahara de la Sierra, Setenil de las Bodegas o Grazalema. La fisonomía de estos municipios, con sus calles escalando las la - deras de las montañas, protegidos por la sierra, el blanco de sus casas, la abundante vegetación tanto del entorno como del propio pueblo, donde nos encontramos con numerosas macetas dispuestas por patios y fachadas, etc., hacen que la temperatura en esta zona baje algunos grados respecto a otras zonas de la provincia. Un respiro que se agra- dece por estos lares. Es lo que ocurre, por ejemplo, en Grazalema . Enclavado en pleno Parque Natural de Grazalema (declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco), este municipio recibe a miles de visitantes durante todo el

año. Las posibilidades de disfrutar del vera- no en Grazalema pasan sin lugar a dudas por realizar algunas de las rutas de senderismo que podemos hacer en la zona: la Ruta de la Garganta Verde, la Ruta de los Charcones, la del Torreón, la del Tesorillo o la Ruta del Pin- sapar, una de las experiencias en la naturale- za más bonitas de la zona. No hay que olvidar que el pinsapar es una especie única que so- brevivió a la última glaciación alpina. Todo un legado de la historia natural de la zona. Si nos decidimos a pasar por Grazalema no podemos dejar de disfrutar de su gastronomía, con el queso payoyo como referente, y un c a- tálogo de carnes ibéricas, como el cordero.

La ruta por el río Majaceite es una de las más populares entre los amantes del senderismo

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