ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2020

L A piedad popular siempre ha oscilado entre el rea- lismo y el idealismo en sus representaciones. Las distintas corrientes artísticas han hecho que en de- terminados momentos las imágenes estuvieranmás cerca de una u otra. Pero la necesidad de hacer llegar un mensaje catequético complejo hace que, incluso en los plan- teamientos menos idealizados, el simbolismo influya en la forma de presentar las imágenes. Las imágenes de María que acompañan a los crucifica- dos del Amor y de la Caridad son hoy las únicas sin vesti- duras de tela. Las restantes sólo muestran rostro y manos, por lo que necesitan otros elementos para mostrar toda la carga simbólica y estética que atesoran estas imágenes. Hoy, aun con alguna excepción notable, el modelo de Do- lorosa de nuestras hermandades presenta cierta homoge- neidad en su forma de vestir. Las primeras vestimentas de las Dolorosas se inspira- ban en un cuadro atribuido a San Lucas que se venera en la iglesia de Araceli de Roma. En él, María se cubría con una toca monjil, y sirvió de referencia a los pintores de la escuela flamenca. Ya a finales del siglo XVI, la Reina Isabel de Valois encargó a Gaspar de Becerra una imagen de la Virgen de la Soledad, que fue vestida por la Condesa viuda de Ureña, camarera nayor de la Reina, con un vestido suyo. Este acto inauguraría un estilo que aún hoy perdura: la Vir- gen Dolorosa vestida de negro, como la indumentaria típi- ca del luto de la corte de los Austria. En el último cuarto del XIX aparecen nuevas formas de vestir las imágenes que hoy son las más comunes. El ne- gro será sustituido con frecuencia por otros colores que aluden a advocaciones de la Virgen. La primera cordobe- sa en asumir este cambio fue la Virgen de los Dolores, a la que Ángel Redel vistió con el revolucionario manto azul de las palomas y la saya granate en 1897. La saya, por lo general bordada, se ciñe a la cintura con una cinturilla, cotilla o cíngulo. Este elemento hace alu- sión a la maternidad virginal de María. Por su parte, el man- to, largo y amplio, pretende representar el «manto de mi- sericordia» bajo el que se cobijan los hombres. Este man- to se adornará en muchos casos con ricos bordados, que contienen alusiones simbólicas entre la decoración vege- tal. Si en el modelo cortesano de los Austria la Virgen en- marcaba con frecuencia sus facciones con un rostrillo, aho- ra lo hará con un elaborado tocado que descubrirá su cue- llo. Este tocado es una idealización del «schebisim» judío, que circunda el rostro de las mujeres hebreas. En Córdoba, la totalidad de Dolorosas que presiden su paso, ya sea de palio o no, lo hacen portando una corona imperial sobre sus cabezas. Sin embargo, cuando compo- nen un misterio presentan mayor variedad. Así, Nuestra Señora de los Desamparados, Dolores y Misericordia, Vida Dulzura y Esperanza o Refugio llevan corona, mientras que Dolores del Buen Suceso, la dolorosa de la Caridad o la Vir- gen del Silencio de la Expiración se tocan con diadema. Por su parte la Virgen que acompaña al Cristo del Amor, la más antigua de las que salen en Semana Santa, lleva un aro de estrellas. Es habitual que las imágenes que llevan corona

El Señor Rescatado con su túnica de cola. Debajo, la Virgen de los Dolores, vestida de Reina, en su último besamanos

RAFAEL CARMONA

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PASIÓN EN CÓRDOBA

ATRIBUTOS, LOS SÍMBOLOS DE LO DIVINO

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