ESPECIAL PASIÓN EN CÓRDOBA 2022

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de bienes muebles, respetando aún una rica historia ma- terial que concluiría su larga y lenta agonía en el pavoro- so incendio de 1990. Pero hay que volver al 18 de julio de 1938, ‘tercer año triunfal’ de aquella guerra que andaba asomada al frente en Cerro Muriano. El propio fundador de la nueva cofradía, Paco Melguizo, andaba poniendo en pie el proyecto junto a un compacto grupo humano entre permiso y permiso de su puesto de teniente provisional de telecomunicaciones: las cofradías como espejo de la historia, hijas de su tiempo, bebiendo de la estética de los vencedores. Y de muestra otro botón: el besapié de 1942, emulando al Cristo de los Faroles en un montaje que te- nía aire de decorado de una película de Cifesa. En los años 40 ya había crecido y se había multiplica- do el cortejo de nazarenos blancos de ancha faja morada. En el 43, en un Miércoles Santo deslucido por la lluvia que empapa los adoquines, se había estrenado el paso dora- do de Callejón bajo el diseño de Díaz Peno. Se abría un tiempo nuevo: para la hermandad y la propia Semana San- ta de Córdoba. Mientras tanto, el esplendor de la liturgia entonaba su propio canto del cisne antes de que las ma- reas del pre y el pos concilio se llevaran por delante tan- tas cosas. Hay una imagen, fechada en la Cuaresma de 1957, que muestra perfectamente aquel retablo perdido de esplendores: el predicador tronando desde el púlpito; la inmensa tramoya del altar de cultos con el manifesta- dor en el centro; el ‘aprisco’ de las autoridades; las naves abarrotadas y un templo, el de San Pedro, íntegro en su materialidad. Aún quedaban tres décadas para que la sin- razón, la incultura y el olvido espolearan el expolio de la histórica parroquia fernandina disfrazándolo de restau- ración. Eran los tiempos de aquella pertinaz sequía que aso- laba los campos. El Cristo de la Misericordia, evocando la salida en rogativas de 1650 que le otorgó la perdida advo- cación de la Salud, saldría de forma extraordinaria el 8 de marzo de 1949 para «impetrar el beneficio de la lluvia». Las imágenes retratan el largo cortejo –los hombres alum- brando; las mujeres rezando tras las andas- en un tiem- po que ya es memoria sepia. El caso es que llovió… Que- daba poco tiempo para que se incorporara como titular la antigua Virgen de los Dolores Chicos. Gozó de corona- ción sin timbres de Roma pero con toda la parafernalia social, cívica y militar de la época mientras las Adoratri- ces bordaban su palio malva… Pero el viaje y la evocación continúan por las páginas del libro. Podemos detenernos en el Miércoles Santo de 1958 para contemplar esa inconfundible algarabía de na- zarenos —la recuerdan los más viejos— bajo las naves de San Pedro antes de que se abrieran sus puertas en la no- che plena de un Miércoles Santo que ya es historia. Los pasos sólo llevaban dos años saliendo del interior del tem- plo. El vano del cancel condicionaba su montaje que, con la incorporación de la Virgen de las Lágrimas, alternó el precario tinglado montado en la plaza de Aguayos con el

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PASIÓN EN CÓRDOBA

LA MEMORIA QUIETA

FOTOS: ARCHIVO DE LA MISERICORDIA

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