Especial Andalucia, abierta por vacaciones 2022

Las cercanías del Cabo no son recomen- dables para los amantes de los litorales irre- gulares: la costa que enfila Almería parece trazada a escuadra y cartabón. El mar semeja un plato de sopa la mayor parte del año, una buena noticia para navegantes como yo, abo- nados al inseguro cabotaje. De nuevo hacia el este, remonto para ir a comer a Las Negras, un antiguo pueblo pes- quero de toda la vida que se presenta como paraíso alternativo y jipi, y que a mí siempre me pareció que rivaliza en pijerío con Agua Amarga. Se come bien allí, eso sí. Pero me quedo con San José: sinmáscaras ni perifollos.

cleta. Si se tiene afición. En sus alrededores, se localiza el imponente faro de la Mesa Roldán y un par de calas, Cala de En medio y Cala del Plomo , espectaculares. Un olivo milenario A unos pasos del centro se topa uno con la curiosidad de la llamada oliva milenaria de Agua Amarga: un desafiante ejemplar de olivo o acebuche cuya edad, según los especialistas, no baja de los dos mil años, más que los del huerto de Getsemaní, en Jerusalén. Prácticamente en la punta opuesta de Agua Amarga se emplazan las salinas. No soy mucho de aves, pero la imagen de dama orgullosa del flamenco sobre una lámina de agua rosácea, de una luminosidad que impide fijar la mirada durante mucho tiempo, es una estampa que uno se lleva para siempre de allí. Las salinas están casi al pie del Cabo, donde te venden pulseras, perfumes, piedrecitas y el viento siempre azota. Su infraestructura es de una estética desarrollista, fea, incongruente con la belleza natural del punto más suroriental de la península. «¿Por qué se llama Cabo de Gata?», pregunta mi hija, que aún cree que lo sé todo. No le hablo, naturalmente, de los topónimos que se inventaron Aviano y Ptolomeo (tiene 9 años). Me limito a decirle que los árabes le pusieron ese nombre porque allí se refugiaban los gatos del lugar, huyendo de las alimañas. Algo hay de cierto: Al-Qbta es la designación árabe de la que deriva el nombre en español, a su vez proveniente de la adaptación latina ‘capita’. O sea: el cabo del cabo. Otra historia reduce el misterio a que los fenicios denominaban al cercano cerro de la Testa ‘colina de las ágatas’. Vaya usted a saber.

Los paisajes de Cabo de Gata se han convertido en escenario de míticas películas

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