Gurme Córdoba 11-Otoño-Invierno 2021

Es decir, que en ese aspecto ha habido una especie de evolución en el trato a la clientela en relación con cómo evolucionaba también esa clientela. Totalmente de acuerdo. La clientela antes era una clientela difícil, porque era una clientela de vino, pues las barras eran de vino. En aque- lla España profunda, el señor que bebía vino lo bebía todos los días. El hombre se metía entre pecho y espalda ocho o diez medios de vino…y ahí venían los resultados después (ríe). Había gente que se arrancaba por cante lo mismo que se arrancaba por taconeo. Y no se comía nada. Empezaban a tomarlo a la una de la tarde y a las siete y media de la tarde seguían pidiendo vino. ¿Sigue existiendo ese tipo de clientela? Yo conservo todavía los clientes de la taberna antigua, una generación que va de los 75 a 80 años, los últimos que van quedando que acos- tumbran a tomarse sus vinos a mediodía y por la noche. Pero como persona joven que todavía me considero, con 53 años, creo que el vino ahora se ofrece más en las ferias, verbenas, romerías u otros eventos parecidos, pero esa cultura que había de tomar vino día y noche se va apagando poco a poco. De tomar vino con una tapita de jamón o de queso se ha pasado, sobre todo en las generaciones más jóvenes, a cerveza, cerveza y cerveza. De alguna forma esa cultura, no sé por qué, no se ha transmiti- do.. También hay que lidiar con la persona que toma vino todo el rato. Claro, ahí está la expresión de harto de vino. Pero ya vamos cambiando. Claro, antes había de todo. Si en mi casa había 15 ó 20 ó 30 per- sonas tomando vino, empezaban a jugar a los chinos, llegaban las discusiones, las cartas…y los efectos del vino eran tremendos, pero a la vez era una cosa milagrosa (ríe). Yo he visto a un señor irse de mi casa a las seis de la tarde de tomarse vinos. No podía ni moverse, lo dejan en un sillón…y a los ocho de la tarde estaba fresco para tomarse el vino otra vez..

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