Gurme Sevilla 18-Invierno 2020
ENTREVISTA
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Hay una auténtica pugna en el barrio por coger una de las mesitas de fuera
En California, reconoce, no hay ningún sitio parecido a El Algabeño, un establecimiento de toda la vida donde Jeanine Merrill suele desa- yunar o picar algo al mediodía. Le cae justo al lado de casa y eso hace que se haya convertido en su parada de referencia, donde se detiene a comer algo entre las idas y venidas a La Azotea o al cole de los niños. Nolo Fernández está al frente de un negocio que no ha querido rendirse a las tendencias gastronómicas que imperan en la zona y que mantiene con orgu- llo el sabor de los bares de siempre. ¿En qué momentos visita El Algabeño? Me gusta venir a desayunar y a picar algo al me- diodía. Por el horario de mi trabajo y del colegio la mayoría de las veces como sola, con lo que me gusta venir aquí porque sé que me tratan como en casa. ¿Desayuna al estilo sevillano o le sigue gustando más el americano? En California siempre desayunaba huevos y agua- cate y ahora que los servimos en Casa Dimas a ve- ces los tomo, pero la verdad es que estoy ya muy acostumbrada a mi tostada con aceite y tomate triturado y mi café con leche sin lactosa. Cuando entro por la puerta de El Algabeño no tengo ni que pedirlo, me lo sirven porque me conocen. ¿Le gusta el ambiente auténtico de un bar como éste? Me encanta. Esta es una esquina muy especial y los vecinos del barrio venimos mucho, aquí nos conocen y conocemos a Quique y a Nolo y todos nos llamamos por nuestro nombre. Es un bar muy familiar y el trato es siempre cercano. Da- vid, el hermano de Nolo, falleció en pleno confi- namiento y toda la fachada se llenó de flores de la gente del barrio que quiso despedirle. ¿Hay en California algún bar de este corte? Esto no se puede comparar con nada de lo que hay allí, donde abundan los Starbucks y aunque hay chiringuitos donde el trato sí es algo más cercano nada tienen que ver con este tipo de estableci- mientos que hay en Sevilla. El Algabeño es para
- Jeanine Merrill
Jeanine Merrill
Esta californiana vino a nuestro país en 2002 con la intención de reforzar sus conocimientos del castellano y vivir una experiencia diferente. Había estudiado Económicas y quería hacer un curso universitario de tres meses en alguna ciudad de España. Pensó en Barcelona, pero las fechas del curso no le cuadraban y eligió Sevilla por puro azar o capricho del destino. No imaginaba que esa decisión cambiaría su vida para siempre. El autobús la dejó en Plaza de Cuba y en esos primeros minutos ya supo que había encontrado la ciudad de sus sueños: el río, la luz, el ambiente... Un cúmulo de sensaciones que la cautivó a primera vista. En esa primera estancia conoció a su actual marido, Juan Gómez, y en 2008 regresó para instalarse y abrir La Azotea. Hoy tiene claro que éste es su sitio en el mundo, una ciudad a la que le unen sus hijos, sus gentes y, por supuesto, sus bares.
¿Le gustan más los espacios modernos o los de toda la vida como El Algabeño? Cada sitio tiene su momento. Para el día a día nada mejor que un sitio como éste, pero si es para cenar un viernes me gusta un sitio con mú- sica, decoración y cocina moderna porque lo que busco es una experiencia gastronómica. ¿Conoce a la clientela que acude a El Algabeño? Siempre solemos ser los mismos, gente del barrio. No tiene nada que ver con el público que viene a La Azotea, aquí casi todos somos vecinos. Viene la típica señora con el carrito de la compra que se toma su tapa y su copita de anís. El trato es muy especial, es familiar y entrañable. Los fines de semana suelen estar los padres de Nolo y me gusta esa relación tan bonita que tienen. ¿Ha traído a El Algabeño a algún familiar o amigo de California? A mi madre, y le encanta. Ella se pone a hablar con Quique y él le sigue la conversación como si la entendiera (risas).
mí mucho más que un bar donde desayunar, es el sitio donde vengo cuando necesito con urgencia una caja de leche o unas pinzas para el hielo. Ten- go mucha confianza con ellos y cuando mis niños bajan a la esquina a jugar estoy tranquila porque sé que está el bar ahí para lo que necesiten. ¿Qué tapas le gusta pedir? Al mediodía me gustan unos boquerones en vinagre con una cervecita. Las albóndigas de ternera están increíbles, hechas por la madre de Nolo que es una gran cocinera. ¿Y cuál es su rincón favorito? Cuando se podía usar me encantaba la barra pero ahora me acomodo en alguna de las mesitas que vea libre. Las de fuera es casi imposible cogerlas, hay una auténtica pugna entre los vecinos del barrio por hacerse con una de ellas porque es una esquina muy animada. Los fines de semana incluso hay quien se pone junto al mercado a cantar o con la guitarra y cuando da el sol estás ahí y es una gozada.
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