Gurme Sevilla 20-Verano 2021
ENTREVISTA
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¿Nunca se han planteado cambiar algo del bar? Abel López: Se podría hacer, pero siempre he oído decir a José Ramón Fernández Suárez que cambiar un negocio que va bien es un error, porque la gente ya te conoce y el que viene aquí busca lo de siempre. ¿Se han sentido siempre acogidos por el públi- co sevillano? Manuel López: Cofiñal fue un éxito desde el primer momento, porque nosotros veníamos de la escuela del sacrificio y de la disciplina, tratá- bamos siempre al cliente de usted y con respeto. A.L.: Pensamos que la cocina leonesa podía gustar en Sevilla, empezamos a traer producto típico de allí y muchos clientes se daban cuenta de que no podían encontrarlos en otros bares. Muchos de sus clientes serán de toda la vida... A.L.:Hay muchos que venían de niños y ahora lo siguen haciendo, hay clientes que llevan 45 años viniendo. También hay quien vino hace años y cuando regresa encuentra que todo está como lo dejó y agradece encontrar un bar de parroquianos donde todos nos conocemos y nos tratamos. ¿Se consideran psicólogos de barra? A.L.: En tantos años aprendes a distinguir al que llega, se desarrolla mucho ojo clínico. Ya vamos por la tercera generación de clientes y realmente los conocemos a casi todos, porque se suelen crear grandes tertulias. La gente viene al bar a socializar M.L.: Aquí vienen y se sienten como en casa. ¿Han hecho amistades tras la barra? A.L.: Hemos entablado relaciones duraderas con muchos clientes. ¿Cuál es la clave para tratar con el público de un bar? M.L.: Tratar siempre al cliente con respeto y ser muy discreto, hay que tener mucha psicolo- gía para estar detrás de una barra. A.L.: Para mí la clave es pensar que el jefe es el negocio y no uno mismo.
El que viene aquí busca lo de siempre.
Como muchos otros bares de Los Remedios nacidos en los sesenta y setenta, Cofiñal tiene detrás una particular historia que conviene conocer. Sus parro- quianos la saben de sobra, pero otros muchos de los que pasan a diario por esta esquina de Pedro Pérez Fernández y Virgen de la Victoria seguramente la ignoren. Manuel y Abel López Fernández son dos hermanos que llegaron a Sevilla desde un pequeño pueblo en las montañas de León llamado Cofiñal, como reza el azulejo que tienen en su fachada. Primero vino Manuel, arropado por unos tíos de su madre que ya tenían negocios en la capital hispa- lense, y a los dos años le siguió su hermano Abel. En aquella época era frecuente que los jóvenes salieran de sus pueblos buscando un futuro mejor y el de Abel y Manuel aguardaba en una esquina de Los Remedios, donde una vieja whiskería permane- cía clausurada desde hacía años. Antes de abrir su propio negocio juntos, los herma- nos trabajaron junto a su tío Ildefonso Cuesta Gon- zález, que además de haber sido concejal de Ferias y Festejos del Ayuntamiento de Sevilla, era propie- tario de las bodegas Viña Sol, de un par de cines en las calles Jáuregui y Lumbreras, un bar en la calle Barcelona y otro llamado Villa Sol en la esquina de la calle Niño Perdío con la Alameda. Por este último pasaban personajes de la farándula y el toreo, y Abel recuerda con su prodigiosa memoria cómo servía cafés a Joselito El Gallo o Chicuelo o llevaba un sifón a casa de alguno de ellos cuando así lo requerían para atender a sus invitados. Llegado el momento, los hermanos decidieron abrir Cofiñal y fue en uno de sus habituales desplaza- mientos en moto por la ciudad cuando se adjudica- ron sus respectivas funciones. Manuel atendería en la barra y Abel se encargaría de la cocina. Abrie- ron el día de San Antón de 1976, cuando aún se construía la Escuela Politécnica Superior, y desde el primer momento recibieron el calor y la acogida del barrio. En estos 45 años poco ha cambiado en Cofiñal, y estos dos hermanos leoneses se han habituado al carácter sevillano y han aprendido a identificar y tratar con cada cliente que se adentra en este pequeño museo gastronómico donde los guisos y las chacinas hacen viajar a Castilla sin salir de Los Remedios.
- Abel López
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