HOY ENSALSA 3 Otoño 22

ENTREVISTA

-Sí, con el cliente de barra el trato siempre es más directo, con el de mesa hay un poco más de distancia, aunque cuando se convierte en asiduo, el trato llega a ser muy parecido. Tam- bién han cambiado mucho los clientes desde que empecé, por lo menos los de un restauran- te. Antes llegaban, pedían y listo; ahora te piden consejo, recomendaciones y valoran tu criterio. -¿Por qué ahora es tan difícil encontrar cama- reros? -Porque es muy sacrificado. Las generaciones jóvenes se están dando cuenta y por eso la mayoría de los que se meten a trabajar como camareros es porque no tienen más remedio. Quedamos pocos que nos guste esto, yo creo que los de mi generación, que estamos a punto de jubilarnos, somos los últimos. -¿Ha renunciado a muchas cosas por su tra- bajo? -Sí, a muchísimas. Me he perdido muchos eventos familiares, bodas, bautizos, cumplea- ños o a coger vacaciones en verano para irme a la playa, eso antes era impensable. Yo no he tenido hijos, pero los que los tienen se han perdido su infancia. Este trabajo son muchas horas, fines de semana y festivos y por eso la juventud no aguanta mucho de camarero. -¿Nunca quiso ser otra cosa? -En realidad como mi padre era albañil, de pequeño quería dedicarme a la construcción. Él no me dejó porque decía que era muy duro. Imagino que se refería a que era duro física- mente, porque mentalmente, es más dura la hostelería. En un restaurante hay que aguantar a muchos jefes, cada cliente es uno. «Los problemas se quedan en la puerta del trabajo y se reco- gen al salir. No se cuentan a los clientes»

gente, tanto que voy por la calle y es raro que no me salude alguien. Y algunas veces esos clientes me han ayudado con cuestione perso- nales en gestiones de hospital o de papeleos, por ejemplo. -Aparte de tener psicología, ¿ha tenido tam- bién que ejercer de psicólogo con los clientes? -Sí, los clientes van cogiendo confianza y ter- minan contándote cosas que igual en su casa no las hablan, como intimidades. En ese senti- do somos un poco curas, que escuchamos las confesiones de los clientes. Y lo importante es ser discreto. Yo lo he sido toda mi vida, las cosas que me han contado los clientes se han quedado siempre entre ellos y yo. -¿Y con quién se desahoga un camarero? -El camarero no puede trasladarle sus proble- mas al cliente. De todas formas, a mí el trabajo me ha ayudado a desconectar de ellos. Siempre he tenido claro que los problemas del trabajo no me los tenía que llevar a casa y los proble- mas de casa se han quedado en la puerta del trabajo y los he recogido al salir. -¿Es diferente el cliente de barra que el de las mesas?

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