Pasión en Córdoba 20230222

rroca dice que María ‘stabat’ al pie de la cruz, es decir, que permanecía a pie firme. A los pies del Señor de la Caridad y del Cristo de la Expiración está sola; junto al Cristo de las Penas y del Amor, con San Juan; y en el Cristo de Gra- cia aparece además Santa María Magdalena, en lo que fue uno de los primeros misterios de la Semana Santa de Cór- doba. La de Cristo muerto suele ser una imagen de sere- nidad y paz, como prueban los Crucificados de Ánimas o de la Caridad. El de la Universidad lleva todo el drama- tismo de la Síndone y sirve para conocer qué aspecto pudo tener Cristo muerto en la cruz, con la espalda pegada al madero, el cuerpo después proyectado hacia adelante y el vientre ligeramente hinchado tras dejar de respirar. Hacia las cuatro y media de la tarde se inició el Des- cendimiento, narrado en la cofradía del Viernes Santo, después de que José de Arimatea y Nicodemo, dos hom- bres de buena posición que admiraban a Jesús, consiguie- ran permiso de Pilato. La tradición sitúa aquí el momen- to en que la Virgen María abraza el cuerpo muerto de su Hijo, pero tampoco queda constancia en el Evangelio del momento. No deja de ser verosímil, pero la iconografía nació de las ‘Visiones’ de Santa Brígida de Suecia, en que pone voz a la Madre: «Lo recibí sobre mis rodillas como un leproso, lívido y magullado, porque sus ojos estaban muertos y llenos de sangre, su boca fría como la nieve, su barba rígida como una cuerda». Eran los últimos años del siglo XIV y aquella iconografía, conocida como ‘Vesper- bild’, la Virgen de las Vísperas, se hizo popular en el Cen- tro de Europa, llegó a Castilla, donde quedan muchas muestras y luego a Córdoba, con la cofradía que se fundó en 1558 y las imágenes que talló Juan de Mesa en 1627. Los pocos amigos que habían permanecido al pie de la cruz tuvieron que descenderlo y llevarlo al sepulcro, que esperaba apenas a unos treinta metros. Caía la tarde del viernes y había que darse prisa porque de noche comen- zaba el sábado, el día consagrado a Dios, y no se podían hacer trabajos. Al domingo siguiente, los discípulos en- contraron el sepulcro vacío. No hay en los Evangelios relatos del encuentro en la calle de la Amargura o de que la Virgen sostuviese el cuerpo muerto de Cristo, pero tampoco deja de ser verosímil

ROLDÁN SERRANO

Jesús y eso hacen los fomanos que están a sus pies con los dados, aunque es más probable que fuesen tabas. Los Crucificados vivos de la Semana Santa de Córdo- ba terminan en el Cristo de la Expiración, que encomien- da el espíritu y después muere. Son las tres de la tarde, la hora nona. En torno a la cruz casi siempre la representa- ción se ciñe más al Evangelio que nunca: San Juan es tes- tigo y cuenta que está junto a la Virgen. La tradición ba-

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