Suplemento Quien es quien en Sevilla

Rafael Carmona Ruiz Presidente de la Autoridad Portuaria de Sevilla

Se deben favorecer unas relaciones más fluidas entre el nivel local, el autonómico y el estatal

gital y de modernización de las estruc- turas administrativas de nuestro Estado. Durante este tiempo se han acelera- do los procesos innovadores que van a permitir a la Administración ser más eficiente en la tramitación, pero estos avances en la digitalización se han de acompañar también de un cambio en la cultura organizacional de la Admi- nistración pública española, que aún se encuentra lastrada. En mi opinión, se debe producir un cambio de filosofía en la gestión pública, favoreciendo unas relaciones más flui- das entre el nivel local, el autonómico y el estatal. La coordinación interadmi- nistrativa es imprescindible y debe su- perar los recelos políticos. En la era de la revolución digital, el ciudadano no puede seguir percibiendo a la Administración como una Adminis- tración decimonónica en la que te diri- gen de una a otra ventanilla, ni tener la sensación de que se relaciona con una Administración antigua sin instrumen- tos y herramientas actualizadas. Gestionar la relación con el ciudadano es fundamental. Por lo tanto, ese cambio de filosofía pasa por conocer las necesidades, inte- reses y motivaciones del administrado con el fin de que tenga una experien- cia satisfactoria con la Administración. Gestionar de manera adecuada esta re- lación con las personas que interactúan con la función pública es, sin ninguna duda, la mejor forma de reducir el riesgo reputacional. El objetivo debe ser que toda esta ma- quinaria burocrática se convierta en un facilitador de servicios para el adminis- trado, en una Administración que busca

vechar la ilusión de los recién llegados y la experiencia de los veteranos y todo el conocimiento de los que desempeñan su labor, sea cual sea su función. Este nue- vo tiempo que vivimos también exige un mayor grado de sensibilización con las diversas realidades sociales y lo público debe ser referente en la corrección de si- tuaciones de desigualdad. Por último, el papel de liderazgo que debe asumir la Administración para re- lanzar la economía es fundamental. El frenazo acordado por los gobier- nos con el fin de cortar los contagios de la pandemia obliga a que las medidas de recuperación sean ágiles y efectivas. La maquinaria administrativa tiene que funcionar, así como la coordinación en- tre las distintas administraciones, favo- reciendo la colaboración público-priva- da. Los anunciados fondos europeos de recuperación van a poner a prueba la burocracia, ya que se han de tramitar expedientes de transferencia entre ad- ministraciones, de subvenciones hacia particulares y de gasto público. El esfuerzo va a ser mayúsculo y el éxito de las medidas va a depender de la gestión adecuada que realice cada Administración. Las inversiones que se impulsen dirigidas a la transformación digital, a la transición ecológica, a la co- hesión social y territorial y a la igualdad de género no serán sencillas de tramitar y de evaluar. Los comités que se configuren al efecto tendrán la responsabilidad en la gestión de estos fondos europeos y en la gestión del plan global, pero requerirán del apoyo burocrático de la Administra- ción General del Estado, de la Autonó- mica y de la Local. Y es verdad también que entre las po- líticas prioritarias de este plan de inver- siones se encuentra la mejora de la Ad- ministración Pública. Un volumen importante de fondos, más de 4.300 millones de euros, irán dedicados a la modernización de las ad- ministraciones públicas, a la necesaria transformación de la Administración Pública Española. Este es el reto. Una gran inversión para rediseñar la Admi- nistración del siglo XXI. No podemos dejarlo pasar, no podemos equivocar- nos.

la eficacia, la rapidez en la prestación del servicio y en la tramitación de los procedimientos. Esta evolución nos debe acercar a la apertura de las oficinas públicas ajus- tándolas a las necesidades ciudadanas, más que a un horario en el que prevalece la tradición y la costumbre. En este periodo de crisis sanita- ria vivido recientemente se han podi- do experimentar las opciones que da el teletrabajo, sus pros y sus contras, y la Administración Pública no debe- ría adoptar decisiones generalistas, sino más bien ajustar esta posibilidad del trabajo a distancia a la mejora en la prestación del servicio y a la eficacia en la consecución de objetivos. La modernización de la Administra- ción Pública conlleva también la pro- gramación de una formación continua que garantice la adaptación al cambio y a las nuevas tecnologías. Para ello, es imprescindible gestionar adecuada- mente los recursos humanos, a los fun- cionarios. Los empleados públicos son clave. Se requiere habilitar un proceso que reco- nozca el desempeño que realizan y el valor que tiene su trabajo y qué aportan en el ejercicio de la función pública. La obtención de una plaza estable e inde- finida debe ser matizada con la conse- cución de esos objetivos señalados con anterioridad, relativos a la eficacia y a la prestación del servicio, y se debe apro-

El liderazgo que debe asumir la Administración para relanzar la economía es fundamental

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