el Modelo de Responsabilidad Personal y Social (MRPS)

Para poder comprobar el nivel de fiabilidad de la hibridación que se ha expuesto en este capítulo podría ser relevante anotar todos aquellos elementos en los que se ha vertebrado la intervención mediante preguntas tales como si las fases del MRPS se han empleado a lo largo de la intervención o si en cada sesión se ha exteriorizado una estrategia cooperativa propia de ese modelo. También, al igual que se muestra en la Tabla 7, sería interesante elaborar una lista de referencia que observe ítems de enseñanza (maestro o profesor) y de aprendizaje (alumnos). En otro orden de cosas, una hibridación de estas características se puede aplicar en cualquier nivel de educación primaria o secundaria con su correspondiente adaptación de contenidos al nivel educativo y características de los alumnos. A este respecto, sería recomendable comenzar con una evaluación inicial para establecer el punto de partida y en concreto el nivel con el que se deberá partir tanto con el MRPS como con el de AC. Finalmente, tampoco se deberá olvidar distintas las distintas adaptaciones curriculares que tomarán forma en cada una de las sesiones. 5. Conclusiones Sin lugar a duda, tanto el MRPS como el AC son metodologías específicas de trabajo ampliamente utilizadas en los contextos escolares para potenciar el trabajo de la responsabilidad y la cooperación respectivamente. Tal y como ya se ha ido viendo a lo largo de las páginas de este libro, el MRPS se centra en el desarrollo de valores y la promoción de las relaciones sociales positivas que permita a los participantes pasar por distintas etapas o niveles hasta llegar a una mejora individual y grupal, a través de conductas coherentes y adaptadas al contexto en el que se desarrolla. Por su parte, el AC implica una distribución de la clase en pequeños equipos heterogéneos y estructurados con el fin de alcanzar una meta común que de otra forma no podrían ser alcanzados. En este capítulo se ha ejemplificado de manera práctica la forma en la que ambos modelos pueden desarrollarse de manera conjunta teniendo en cuenta, por un lado, las características inherentes de cada uno y, por otro, los requerimientos docentes que existen en cada contexto particular. Como cualquier tipo de hibridación, esta requerirá un dominio relativamente elevado de ambos modelos pedagógicos. Sin embargo, esto no puede ser impedimento para comenzar a entenderla y programarla en contextos reales. En concreto, se debe ser conocedor tanto de las aspiraciones de aprendizaje de cada modelo como de los elementos críticos que se vayan a seleccionar. En las hibridaciones, suele ser de gran ayuda entender que un modelo “presta” su esencia al otro y que a su vez el otro modelo adapta algunos elementos a la “esencia” del primero. A esto se le debe sumar que detalles como los objetivos didácticos específicos, los materiales a emplear o los sistemas de evaluación auténtica deberán formar parte de una intervención planificada pero flexible a las necesidades de cada alumno. Precisamente, en relación con el nivel heterogéneo de una clase de EF cabe destacar que la implementación de estos modelos permite un trabajo simultáneo de distintos niveles de responsabilidad y cooperación. Así, por ejemplo, si algunos alumnos presentan comportamientos disruptivos y otros un nivel moral mucho mayor, se podría comenzar en los distintos niveles de responsabilidad establecidos en el MRPS, haciendo una intervención, por ejemplo, con niveles I y niveles III de manera paralela. En esta línea, Gordon (2020) plantea que el nivel V (Transferencia) debe ser el eje que sustenta a los otros niveles. Varios de estos pueden ser trabajados en la misma sesión.

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