Adobe-Poesía de los sueños

PERSECUCIÓN

cara cambió al instante; se le puso blanca como el papel de fumar. De repente, comenzó a entrar en escalofríos, y sin mediar palabra, tuvo que devolver el niño a su legítima madre. En tanto, "Carmela" volvía de cambiar las migas; pero al ver a mi padre en tal situación, disimuladamente despidió a la señora con su hijo, al parecer más tranquilo. Pasaron los días...el niño fue mejorando paulatinamente. El encuentro había sido eficaz. Hoy conozco aquel niño del pasado, hecho un gran hombre, pasados los 60 años de edad, bebe cerveza, vino el que le echen, gin tonic, fuma, y no tiene ganas de morirse; aunque la historia no acaba aquí. El señor "Pérez", tuvo una terrible pesadilla, en la noche siguiente. Al parecer, se le presentó una señora vestida de negro, anunciándole que moriría el cuarto hijo en nacimiento, y ése era yo. En principio, este secreto solo lo conocía mi madre...Noté que guardaba un trato especial con mi persona, diferente a la de mis hermanos. Me compraba yogurt, chocolate Virgen de la Cabeza (mi favorito con almendras), y cuando cocinaba pollo, hacia un privilegiado reparto, poniendo en

mi plato la pechuga y el resto, como patas, cabeza y culo, a mis hermanos; estos se sentían discriminados, mostrando desagravio conmigo… ¡Este niño es un consentido! ¡Que se vaya a trabajar como nosotros! A veces me pegaban si llegaba tarde. Tanto se deterioró la situación que mi hermana mayor "Loli", habló con nuestra madre, para trasladar el malestar de mis hermanos. Allí conocí la terrible verdad… Estaba detrás de la puerta, y escuché que la muerte andaba tras de mí. Cada día que pasaba, notaba mayor opresión en el pecho… ¿Habré enfermado del corazón? Las noches se me hacían interminables. La señora de negro me perseguía; pero a la misma vez, sentía una ilusión desmesurada por la vida. Antes era un niño travieso. Siempre estaba matando moscas, pisaba lombrices, cucarachas, ponía cepos a los pajaritos...Repentinamente cambié de carácter...Recuerdo que todos los días recorría el camino de Caniles (fábrica de orujo donde vivía) a Tumbapavos (cortijada a unos 2 km. de distancia). Creo, allí comenzó la vocación de poeta. Me extasiaba con el rojo de las amapolas, sentía el abrigo del sol, en las tibias tardes de primavera, pasaba horas sentado a la vera del río Torres, mirando juguetear los jilgueros entre zarzas y

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