Ventanas al Paraíso
Leyendas de Mágina
Al siguiente domingo de Mayo, fui con mi suegro Juan al cortijo de la Sierra que hace varios años compré, ahora se le conoce como Villa Guadalupe; mi sorpresa cuando quise abrir la puerta de hierro y encontré dos candados, uno el de la propia vivienda y otro que alguien había colocado y cerrado; comencé a echar votos... ¿quién habrá sido el ca....?. Tuve que pasar por debajo de la alambrada, abrir la nave de aperos, coger una sierra y serrar el candado que me impidió entrar normalmente a mi casa. Ya dentro del recinto abrí la manguera del agua para regar y empezó a echar agua por todos lados, evidentemente estaba rota. Mi suegro, asombrado, dijo: ¿le has jugado alguna faena a alguien?, creo que algún desdichado te tiene en su punto de mira... contesté: no, seguro que fue obra de gamberros nocturnos de fin de semana, que han pasado por aquí y han hecho uso de sus gracias y talentos para hacer reír a los demás. Bueno ya parecía que todo estaba normal, emprendimos nuestras labores habituales: él, quitando hierba de las patatas y un servidor curando las malas hierbas de las olivas. Una de las veces que fui a reponer la maquina de curar, abrí la tapadera para echar el veneno y el agua, di media vuelta y cuando volví a tapar la mochila, no estaba la tapadera; entonces exclamé a viva voz: ¡esto no es normal!, ¡Dios mío que está pasando!, ¡esto no es de humanos...!. Llamé a mi suegro: ¡nos vamos , hoy es un mal día!. Corriendo subimos al coche... pero las llaves del contacto no estaban; la cabeza me daba vueltas... al cabo de una hora, cogí el móvil para llamar a mi esposa pidiendo auxilio...pero este que lo había recargado la noche anterior, estaba totalmente descargado.
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