Ventanas al Paraíso

Mis primeros poemas

Al verdugo

El Cortijo de los Cabales

En el ocaso de un atardecer oscuro, preso cruzó un fugitivo la puerta vieja, entre rigor el querer lloró su futuro; cuando el dolor llama y alguien la vida deja… ásperas nubes contagian el aire puro, tristes lamentos se oyen detrás de una reja. ¡Preguntad a la bondad porqué daña el muro!; dueño, segó el segador, el trigal sin queja. Verdugo que hiere y desespera la conciencia, en receloso abrigo de razón presente, ¡mereced compasión en vuestra vehemencia!. Sembró vileza el hacedor, muerte el demente; prisión agónica de engendrada violencia, ¡elegid una docilidad que contente!.

Era blanco mi cortijo, entre zarzas y nogueras, negro su tejado, de verde sus escaleras; miraba al sol cuando salía, por las cumbres mañaneras, cerezos, perales, olivos, tupían fértiles laderas, nubladas en la lejanía, por humo de las hogueras, ¡picante morcilla negra!, haciéndose en las calderas. El vivo fuego nos calentaba, en frías mañanas rocieras, las tertulias de su salón, nuestras almas verdaderas

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