ESPECIAL 90 ANIVERSARIO ABC SEVILLA 12-10-2019

EUSTAQUIO ILUNDÁIN Arzobispo de Sevilla Cardenal de temple

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ABCdesevilla.es 12 octubre 2019

HEMEROTECA ABC

La punta de la crecida del 1937 Guadalquivir había tenido lugar el día anterior después de un persistente temporal que desbordó el río a su paso por Sevilla dejando inundados los muelles urbanos 3 FEBRERO

EL PRELADO VIVIÓ LOS AÑOS CONVULSOS DE LA SEGUNDA REPÚBLICA, PERO SU IDENTIFICACIÓN CON SEVILLA FUE COMPLETA

POR CARLOS ROS

E N junio de 1937, de vuelta de la visita pastoral a Estepa, el coche del cardenal Ilundáin chocó contra un árbol. Aparen- temente no tuvo lesión. Pero un mes más tarde, 25 de julio, presidiendo el desfile en honor del apóstol Santiago, pilló un enfriamien- to y se le cortó el sudor. Al día siguiente, en visita a la parroquia de Santa Ana, tuvo síntomas de asfixia. Murió días después, 10 de agosto, de una bronconeumonía. El cardenal Segura, que veraneaba en Olaz de Loyola (Guipúzcoa), representó a la Santa Sede en los funerales. El 12 de agosto, víspera del entierro, llegó a Sevilla en coche, acompañado de un sacerdote y dos requetés, y se presentó en las Damas Catequistas para su hospedaje. Curiosa- mente, el cardenal Segura iba con guardaespal- das requetés, puestos tal vez por mandato de su amigo el Jefe de la Tradición, Manuel Fal Conde. Al día siguiente presidió la ceremonia de la inhumación del cuerpo del cardenal Ilundáin en la capilla de la Virgen de la Antigua de la cate- dral. El cadáver estaba en descomposición y hubo de preceder esta ceremonia a la misa que se ofició posteriormente en el altar mayor, oficiada por el obispo de Málaga. Eustaquio Ilundáin y Esteban, nacido en Pamplona el 20 de sep- tiembre de 1862, fue calificado por Martínez Barrio, como un «pamplo- nés de brío y genio». Cuenta el ilustre sevillano en sus «Memorias»: «¿Era el cardenal Ilundáin menos rígido de lo que decían o le ganó el ambiente de la ciudad? En el breve espacio de tres años, la identificación del arzobispo y Sevilla fue comple- ta y, desde entonces, figuró como uno más en la lista de los ilustres pastores hispalenses. Más que bien el cardenal Ilundáin aceptó el régimen republicano y paréceme que habría secundado la política de entendimiento y convivencia que patrocinaba el nuncio, monseñor Tedeschini, si hubiera advertido en las alturas del Gobierno de la República propensión al diálogo. Este se malogró y la representación del episcopado español se vinculó en otras personalidades; de modo singular en la selvática de don Pedro Segura, cardenal primado de España». De especial relevancia en su pontificado fue la celebración del Congreso Mariano Hispano-Ame- ricano, celebrado en mayo de 1929, dentro del contexto en que vivía la ciudad en aquellos momentos: la Exposición Iberoamericana. Ilundáin, que fue el propulsor y presidente de este congreso, actuó como legado pontificio de Pío XI. En ese año, de sabor americanista, tuvo lugar también la coronación canónica de la Virgen de la Antigua (24 noviembre 1929). El advenimiento de la República (1931) supuso un toque más para calibrar el temple de este prelado que, con la expulsión del primado, cardenal Segura, proyectó su imagen eclesial más allá de los límites de su extensa archidiócesis hispalen- se.

El cardenal Ilundáin, a su llegada de Roma con el capelo cardenalicio en la mano

VIDAS DE PAPEL

14/8/1937

El féretro con los restos del cardenal

Ilundáin entrando en la Catedral por última vez por la puerta de la Asunción, que se abre para que entren los arzobispos en la sede y en su funeral

90 AÑOS DE ABC DE SEVILLA

JUAN BARRERA

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