25 años dela invasión

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LA PRENSA SÁBADO 20 DE DICIEMBRE DE 2014

ESTRATEGIA. El golpe militar acercó los servicios estadounidenses de seguridad y la Guardia Nacional.

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* UN REPORTAJE EN ‘THE NEW YORK TIMES’ POR EL PERIODISTA SEYMOUR M. HERSH AFIRMABA QUE LAS ACTIVIDADES ILÍCITAS DE LA DICTADURA MILITAR ERAN CONOCIDAS EN LA CASA BLANCA, EL DEPARTAMENTO DE ESTADO, EL PENTÁGONO diante el voto popular, obli- gada a rendir cuentas a su electorado. El golpe militar produjo un acercamiento todavía mayor entre los servicios es- tadounidenses de seguridad y la Guardia Nacional. Esta cooperación aumentó signi- ficativamenteconlafirmade los tratados del Canal de 1977, particularmente el Tratado Torrijos-Carter de Neutralidad y sus enmien- das unilaterales, que coloca- ron a Panamá, según el pro- pio Torrijos, “bajo el para- guas del Pentágono”. Como resultado de los tratados y en virtud de sus acuerdos complementarios, EU aumentó su ayuda mi- litar a Panamá, con lo cual contribuyó a fortalecer las destrezas represivas de la GuardiaNacional y su capa- cidad para mantener el or- den público en el territorio panameño. Este era, a fin de cuentas, el interés principal de EU en Panamá, que se buscabaparapreservarlain- tegridad de la vía acuática y la regularidad de su funcio- namiento, así como la con- tinuidad sin molestia de las operaciones militares esta- dounidenses en el istmo. La falta de democracia, las vio- Y LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA DE EU.

EL APOYO ESTADOUNIDENSE A LA DICTADURA Desdesusorígenes, ladic- taduramilitar tuvoel respal- do de EU. Aun cuando no es posible afirmar queWashin- gton indujo a los militares a derrocar al presidente Ar- nulfoAriasMadrid, sí es evi- dente que el entrenamiento y apoyo que EU le dio a la GuardiaNacional preparóal organismo castrense para tomarse el poder el 11 de oc- tubrede1968ysuprimir, por dos décadas, el contenido democrático del sistema po- lítico panameño. Durante la década de 1960 y, particularmente, luego de los eventos nacio- nalistas de enero de 1964, Washington se esmeró en cultivar estrechos vínculos con la Guardia Nacional, a fin de hacer de ella un ins- trumento a través del cual pudiese asegurar los objeti- vos estadounidenses enel is- tmo. A tales efectos, EU paga- ba parte de la planilla de la Guardia,leproveíaequiposy entrenamientos y reclutó, entre sus oficiales, a varios espías. Según el memorán- dum del Consejo de Segu- ridad Nacional de EU del 14 de octubre de 1977, descla- sificadoen1998, tantoOmar Torrijos como Rubén Pare- des y Manuel Noriega –to- dos los cuales fungieron co- mo comandantes del orga- nismo armado panameño– estuvieron al servicio de or- ganismos estadounidense de inteligencia. El plan que Boris Martí- nez puso en funcionamiento en octubre de 1968 para de- poner al Dr. Arnulfo Arias fue el mismo que había sido elaborado meses atrás, bajo directrices estadounidenses, en caso del ascenso al poder de un gobierno contrario a los intereses deWashington. Sin duda, los golpistas usa- ron las orientaciones recibi- das para poner fin al gobier- no constitucional en Pana- má, con la aquiescencia de EU, para quien era mucho máseficienteentendersecon una tiranía que con una ad- ministración elegida me-

FUERZA. Las tropas extranjeras dieron una formidable muestra de los adelantos en tecnología militar y tácticas de guerra, contra un ejército que nunca había estado en combate. LA PRENSA/Archivo

MÉTODO. Para los estadounidenses involucrados en guerras centroamericanas, Noriega era una bendición. Permitía que desde Panamá se hicieran espionaje y sabotaje contra Nicaragua. LA PRENSA/Archivo

meter a Panamá, aúnmás, a la bota militar, para lo cual hizo aprobar la Ley 20 de 1983 que transformó a la Guardia Nacional en las Fuerzas de Defensa de Pa- namá, a la cual se asignaron amplísimas facultades para intervenir en asuntos de competencia exclusiva del gobierno civil. Para los sectores estadou- nidenses involucrados en las guerras centroamericanas, Noriega era una bendición, pues permitía que desde Pa- namá se llevaran a cabo ac- tividades de espionaje y sa- botaje contra Nicaragua. Al mismo tiempo, su control interno era absoluto, por lo que cumplía con la expec- tativa de Washington de mantener el orden en el país. Sus atentados contra la democracia y los derechos humanos y supatrocinio a la narcocorrupción no preocu- paban, en esos momentos, a EU. Poseído de un poder ili- mitadoenPanamá, sucruel- dad e inclinaciónpor las tác- ticas burdas pronto lo im- pulsaron a cometer acciones imprudentes que, si bien no lo privaron inmediatamente de los afectos de Washin- gton, sí fueron creándole tan

mala prensa que al poco tiempo harían imposible que EU siguiera respaldán- dolo a través de sus canales oficiales. En 1984, mediante un es- candaloso fraude electoral impuso en la presidencia de Panamá a Nicolás Ardito Barletta, candidatodelPRD, Washington felicitó a Pana- má y envió al secretario de Estado George Schultz a la toma de posesión, lo que produjo malestar en el país, pues la elección presidencial había sido cándidamente vista por la ciudadanía pa- nameña como unmedio pa- cífico para retornar al redil democrático. La indignación ciudada- na adquirió ribetes sin pre- cedentes cuando el cadáver sin cabeza de Hugo Spada- fora apareció en una zanja costarricense, muy cerca de la frontera con Panamá (1985). El año siguiente un largo reportaje en The New York Times (12 de junio), por el laureado periodista Seymour M. Hersh, expuso la naturaleza venal y repre- siva de la dictadura militar, afirmando que sus activida- des ilícitaseranconocidasen la Casa Blanca, el Departa- mento de Estado, el Pentá- gono y los servicios de inte-

laciones a los derechos hu- manos, la corrupción y el narcotráfico no preocupa- ban a Washington mientras la Guardia Nacional conti- nuara apoyando la realiza- ción de los objetivos esta- dounidenses. Tras lamuerte de Torrijos (1981) y los breves períodos de Florencio Flórez (1981-1982) y Rubén Pare- des (1982-1983), en sep- tiembrede1983ManuelNo- riega logró apropiarse de la comandancia de la Guardia Nacional y, por ende, del go- bierno del país. Sus planes incluían sacarlesmayor pro- vecho a los nexos que como jefe de inteligencia de la Guardia Nacional (1970-1982) había cultivado con agencias de espionaje de varios países, así como con varias organizaciones crimi- nales, particularmente el cartel de Medellín, liderado por Pablo Escobar. Al mismo tiempo, se pro- ponía estrechar su colabora- ción con Washington, cuyo gobierno estaba obsesiona- do con derrotar al izquier- dismo centroamericano, particularmente en Nicara- gua. Todo ello requería so- LA RUPTURA CON WASHINGTON

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