25 años dela invasión

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LA PRENSA SÁBADO 20 DE DICIEMBRE DE 2014

Fueron más de 20 kiló- metros que no supieron có- mo recorrieron en ese arma- toste chamuscado, comenta Camilo. Lo triste fue que al pasar por el cuartel de bom- beros de Nuevo Arraiján no los quisieron atender, por lo que hubo que seguir hasta el hospital Nicolás A. Solano, donde les dieron auxilio. El disparo de la tanqueta cobró la vida de Jovina Gar- cía y más tarde, la de José Espinosa. Camilo Chong, quien daría este testimonio, quedaríadiscapacitadoensu movilidad y perdería parte de lavisión,mientrasquesus otros compañeros, Osvaldo González Polo, Eduardo Guzmán y Rebeca Rivera habían sufrido lesiones al suscitarse la explosión. Lapesadilla vividapor es- taspersonasque creyeronen un ideal nacionalista no aca- bó esa noche. Días después, al proceder a sepultar a sus compañeros masacrados poruna tanquetadel ejército norteamericano, soldados con arreos de combate y a bordodevehículosHummer sepresentaronenvariasoca- siones al cementerio muni- cipal de La Chorrera. Allí irrespetaron y profa- naron la tumba de la edil García, con el pretexto de buscar armas escondidas. Cada vez que lo hicieron acordonaron el campo santo para no dejar entrar a los fa- miliares, apoyados por tan- quetas y helicópteros. Nunca hallaron armas, pues la noche de la amarga pesadilla iban desarmados, dado que nunca recibieron rifles, escopetas o granadas. Ydespuésdedejarescom- brada su tumba, llenos de ira e impotencia sus familiares debieron volver a enterrarla. Así concluyó lahistoriade la representante chorrerana y de su compañero José Es- pinosa, quienes creyeron que cumplían con su deber, de acudir y decir presente para defender a la patria, mientras que los que propa- laban un falso nacionalismo huyeron, se escondieron y luego optaron por entregar- se al enemigo sin pelear. El sobreviviente Camilo Chong sostiene que jamás podráestardeacuerdoconla invasión norteamericana ni en la forma cómo los ataca- ron, en total indefensión, pues no cargaban siquiera un biombo para defenderse. Para él y sus compañeros, lamasacreprotagonizadano merece olvido ni perdón, pues los gringos no tenían excusa para venir a matar tan solo por querer capturar a un solo hombre (Noriega). IRRESPETO Y PROFANACIÓN NI OLVIDO NI PERDÓN

MASACRE. Según el sobreviviente Camilo Chong, los soldados llegaron con órdenes de disparar a todo lo que se moviera. Cortesía

* CUANDO SE APERSONARON A BUSCAR ARMAS AL CUARTEL DE LA CHORRERA, LO HALLARON CERRADO Y SIN CUSTODIA ALGUNA. que se percataron de la pre- sencia de gran cantidad de soldados norteamericanos fuertemente armados y con tanquetas que, apostados a ambos lados de la vía, les apuntaban con sus armas. Entonces, decidieron ba- jar la velocidad al acercarse al punto de retén. Pararon la marcha y esperaron un rato paraver si los llamaban, pero nada pasó, acotó Camilo. Fue entonces cuando de- cidieron dar la vuelta para retornar a La Chorrera, lo que hicieron lentamente. Voces de alto en español e inglés se escucharon, pero el temor se apoderó de sus co- razones y decidieron huir lo más pronto del lugar. Sin embargo, cuenta que no lograronavanzargranco- sa porque repentinamente sintieron una explosión en- sordecedora en la parte tra- sera del carrito, que destrozó maletero y carrocería, y le arrancó la vida instantánea- mente a la concejal García e hirió de gravedad a José Es- pinosa, otro pasajero. Camilo, asuvez, sintióhe- ridas en una pierna y en un ojo. Pese a que el vehículo quedó semidestrozado y con las llantas traseras desinfla- das, emprendieron laangus- tiosa huida, bajo una lluvia de balas.

puesta por Noriega, y tam- bién se activaba en las mi- licias populares en defensa de la soberanía. A su vez Jovina García, entonces representante del corregimiento de Hurtado, en el distritodeLaChorrera, comulgabaconlapremisade que había que defender la patria de los planes imperia- listas de Washington y en la máxima aquella de que “cuando lapatria lorequiere, alapatrianoseleponencon- diciones”. Y pese a la opo- sición de sus hijos y familia- res, figuraba entre los reclu- tados por los batallones de la dignidad. Los diarios del momento, como el quincenario Exclu- sivo , recogieron las versio- nes de sus hijos, en especial de Agustín Enrique García, y, sobre todo, de Camilo Chong, joven simpatizante con la causa nacionalista. La víspera de la invasión, la noche del 19, cuando se conoció que los estadouni- denses habían irrumpido en el istmo, el joven García re- lató que la primera idea que surgió en lamente de suma- dre fueponerseadisposición de las fuerzas que defende- rían a la patria. Pese a que le advirtió que no fuera, pues ya no se tra- taba de amenazas, sino de una guerra declarada, ella mantuvo sus convicciones. Sus órdenes eran presen- tarse al cuartel de la Décima ZonaMilitar enLaChorrera para recibir instrucciones. A su vez, Camilo cuenta que llegó con algunos com- pañeros de la junta comunal alcuartel,elcualhallaronce- rrado y sin la custodia acos- tumbrada. Al sentir que la patria los requería, decidieron enton- AMARGA PESADILLA

BÚSQUEDA.. La tumba de la concejal García fue varias veces profanada, con el pretexto de buscar armas escondidas. Cortesía

* DESPUÉS DE ASESINADA Y SEPULTADA, LOS SOLDADOS VINIERON A EXCAVAR EN SU TUMBA, SUPUESTAMENTE EN BUSCA DE ARMAS...

HE (Instituto de Recursos Hidráulicos y Electrifica- ción), el cual conducía Eduardo Guzmán, otro compañero de la causa. En las afueras del cuartel se les unieron otras personas que completaron siete. Detalló que tomaron la autopista y llegaron a la ca- seta de peajes. No había ilu- minación en la carretera y el ambienteera lóbregoysilen- cioso.Cuandopasaronpor el cuartel deVacamonte se sor- prendieron de que igual- mente estaba desolado. Al intentar retornar a La Chorrera por la vieja carre- teraya laalturade laagencia del IRHE de Arraiján, dijo

ces viajar a la ciudad capital paraenterarsede loquereal- menteocurría.Eraya la1:00 de la madrugada, y aborda- ron un carrito oficial del IR-

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