25 años dela invasión

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LA PRENSA SÁBADO 20 DE DICIEMBRE DE 2014

THALIA S. MORALES thalia.morales@prensa.com L a noche del martes 19 de diciembre de 1989 la invasión estadounidense se vivió de diversas maneras. Así tambiénfueenel interior del país. La base militar de Río Hato,enAntón,provinciade Coclé, sufriólosbombardeos durante la madrugada del 20 de diciembre. Allí se en- contraban la sede de la sexta Compañía Expedicionaria Mecanizada, la escuela de suboficiales General Benja- mín Ruiz y el instituto mi- litar Tomás Herrera, bajo el mando del mayor Francisco Porras. En la base de Río Hato la séptima Compañía de In- fantería Macho de Monte estaba a cargo del teniente Gonzalo Chalo González. Otros puntos de interés para los estadounidenses fueron los cuarteles de Penonomé y Aguadulce. El resto del interior de la República no sufrió los em- bates de la invasión debido a la rendición de los líderes militares y sus subalternos. Este es el caso del cuartel de Chiriquí, que estaba bajo elmandomilitardelteniente coronel Luis Del Cid en la tercera Compañía de Infan- tería Diablo Rojo, con sede en David, en calle cuarta, otro punto en el que se establecieron los soldados estadounidenses, así como en el aeropuerto Enrique Malek. En esta provincia tam- biénoperaba el batallónPaz, en Renacimiento, sector fronterizo con Costa Rica, liderado por Germán Gon- zález Pittí. Luis Monteverde, resi- dente del corregimiento de Pocrí, Aguadulce, era candi- dato para suplente de repre- sentantedeArturoEccles, en la alianza Ado Civilista, for- mada por los partidos Mo- lirena, Demócrata Cristiano y Liberal Auténtico, en las elecciones demayo de 1989. Antes de la invasión, Monteverde se vio obligado a dejar a su esposa e hijos solos por un tiempo, porque era perseguido por la gente de Noriega desde 1988. “Ce- rraron los bancos, la cosa es- taba fea, no circulaba el di- nero... uno no podía decir nada ni reunirse”. Monteverde recuerda cómo en la mañana del 20 de diciembre, los Codepadi (Comisiónparaladefensade la patria y la dignidad), lle- garon a su casa y lo apre- hendieron junto con 10 per- sonasmás que pertenecíana la alianza Ado Civilista, y los llevaron a una prisión en Vi- DESDE ‘LA CHIQUITA’

Incertidumbre y sensacióndepaz RECORRIDO. Después de invadir la capital panameña, los soldados estadounidenses se trasladaron por tierra a varios puntos del interior del país. LA PRENSA/Archivo

■ Algunas ciudades experimentaron la presencia del Ejército estadounidense, luego de la invasión, hasta por meses.

llarreal, Aguadulce, una zo- na “en donde se veía a No- riega con frecuencia”, según relata. Los metieron en una cel- daconocidacomo“lachiqui- ta” sin luz, poca agua y casi nada de comer. Cuando se percataronde que la presen- cia policial era nula, escapa- ron. El opositor al gobierno militar recuerda cuando el civilista Cosme Guevara izó una bandera blanca en la es- tación de policía de Agua- dulce. Cuentaque él yotros opo- sitores se quedaron en el cuartel de Aguadulce para custodiar losdocumentosde las elecciones de mayo que permanecían en el lugar con los votos no fraudulentos. Pero la misma noche del 20 de diciembre llegaron los es- tadounidenses al cuartel. “Me salvé porque [los es- tadounidenses] me pregun- taron que quién era yo... les dijeque era el jefedel cuartel en ese momento”. Así que Monteverde trabajó en con- junto con otros líderes civi- listas y los soldados estadou- nidenses para restablecer el orden. ‘CAYERON DESDE ARRIBA’ Álvaro Coronado estaba encargado de un equipo bé- lico pesado (artillería) esta- cionado enRíoHato. El día de la invasión, Co- ronado estaba en su casa en un descanso tras 21 días de vigilia en Río Hato. Lo fue- ron a buscar alrededor de las 12:45 de la madrugada del 20 de diciembre para reto- mar el control del aparato bélico.

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Fue atrapado por los in- vasores, trasladado a Peno- nomé y posteriormente libe- rado por laCruzRoja. Rafael López, pescador y exempleadode laCervecería Nacional en Santa Clara, provinciadeCoclé, estabaen Farallón. El estruendo producido por los aviones y lapresencia de los paracaidistas sobre el cielo de Coclé le alertó de la llegadade la invasión. “Sees- cucharon bombas desde las 12:00de lanoche, el cieloera unVietnam”, recuerda. López manifiesta que las bombas no cayeron en el pueblo, soloenlabasedeRío Hato. Mientras caminaba consus vecinospor el pueblo de Farallón, los estadouni- denses les informaron que “no maltratarían a las per- sonas... que su única misión era capturar a la gente de Noriega y su jefe”. “Respondí todas las pre- guntas que me hicieron [los soldados] ... sabía que no re- presentaban peligro... al contrario,eranpartedelase- guridad ante los opresores deNoriega”, cuenta. Lo trasladaron al día si- guiente desde el cuartel de policía de Farallón en heli- cóptero hasta el campo de detención establecido en la escuela secundaria de Bal- boa, en la ciudad capital, juntoconotros500habitan- tes de Antón, de los cuales solo unos 50 eran policías. Otrodatoque recordó fue ‘ERA UN VIETNAM’

“Cuando los gringos

entraron caminando, no había ni un solo policía”. Moisés Tejeira Penonomé

“Si mataban a Noriega, iban

a matar a todos los que tenían una ‘T’

en su casa”. Santos Herrera Aguadulce

“Me pidieron las llaves

era el jefe” dice. El ambiente que se vivía era tenso. “No había calma”. El antiguomi- litar confiesa que temió por su vida cuando llegaron los estadounidenses, quienes controlaron el área por una semana. del carro y aquí estuvieron por buen tiempo afuera de mi casa”. Ana María Martin Penonomé

Dice que ese día no había presencia militar paname- ña, “todo acontecía vía aérea de parte de los estadouni- denses... nos cayeron desde arriba”.Recuerdaclaramen- te que Noriega pasaba mu- cho tiempo por RíoHato, “él

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