25 años dela invasión

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LA PRENSA SÁBADO 20 DE DICIEMBRE DE 2014

Lavidapor unaprimicia

CACERÍA. Soldados estadounidenses se toman las calles de la capital en busca de ‘los batalloneros’ que defendían a Noriega.

CAUSA JUSTA. Paracaidistas del Ejército de Estados Unidos entran en acción en una operación relámpago. Foto del Ejército de EU

LA PRENSA/Archivo

■ La cobertura periodística de la invasión se convirtió en la ‘prueba de fuego’ para reporteros nacionales y extranjeros.

al exaltado gringo”, agregó. Después de que Aizprúa superó la tartamudez, dio las explicaciones de rigor y el boricua le dijo que tenía cin- co segundos para desapare- cer del área. Con el corazón en la mano, Aizprúa rompió el récordolímpicode los 100 metrosplanos.Al regresoto- mó una vía más larga, pero más segura. “En el trayecto, lo único que sacó una sonrisa a mi atribulado pensamiento fue ver cómo en una retroexca- vadoranueva, conseguridad recién hurtada, iba una fa- milia feliz, reída, alardeando delarefrigeradoradepaque- teque llevabanen lapalade- lantera, mientras que en la trasera cargaban varios ro- llos de papel higiénico en- vueltos en plástico”, recordó elhoysubeditorde lasección de Nacionales de La Pren- sa. Se desconoce cuántas víc- timas dejó la invasión orde- nada por George Bush (pa- dre) a Panamá, pero los pe- riodistas también están en el listado. El fotógrafo español Juantxu Rodríguez (colabo- rador del diario El País de España)murióatirosenuna zona controlada por solda- dos de “Causa Justa”. Cuando se habla de pe- riodismo intrépidonopuede omitirseelnombredeJames Aparicio. Aquel 19 de di- ciembrede 1989, el entonces periodista de LaEstrella de Panamá ycorresponsalde la Agence France Presse y sus compañeros Eloy Aguilar (desaparecido corresponsal jefe deAP), JulioOlvera (co- rresponsal de Notimex) y SALARIO DEL MIEDO

HERMES SUCRE SERRANO hsucre@prensa.com M artes 19 de di- ciembre de 1989 en una callejuela de SanFelipe. Enel semioscuro taller,TomásGabriel Fito Al- tamirano Duque repasaba con su pulgar los titulares de la primera plana de La Es- trella de Panamá que sal- dría el 20 de diciembre. Sus ojos, medio achurrados por el humodel cigarrillo, se fija- ban en el encabezado prin- cipal de una nota sobre de- claraciones del mayor de las Fuerzas de Defensa Carlos Arosemena King, con rela- ción a lamuerte a balazos de un estadounidense en las cercanías del Cuartel Cen- tral, avenida A, en El Cho- rrillo, principal bastión del general Manuel Antonio Noriega. Mientras Fito Duque atendía la correspondencia nocturna que le pasaba Ro- saura Bernal, su secretaria personal, bajo la opaca luz del taller se confundían las siluetas de los paginadores, correctores y periodistas de cierre que daban los últimos retoques a la edición. Ya casi era medianoche. Un super- visor, apodado Lagarto, que se reía –de oficio– de todos los chistes del director Alta- mirano Duque, comentó: “Por ahí dicen que hoy es la invasión”. El magnate suspendió la firma de documentos y con una risita –entre burlona y tímida– manifestó: “Lo que me preocupa de ganarle la guerra a los gringos es cómo vamos a recoger la basura de NuevaYork”. El corode risas

gar los despachos. También contaba la misión de prote- ger a la familia. El invasor vino dispuesto a todo. Veamos el caso del perio- distaJulioAizprúa,entonces oficial de relaciones de la Contraloría General de la República, edificio donde operaba la oficialista Radio Nacional, reventada des- pués por un cohetazo. A las 7:00 a.m. del 20 de diciembre de 1989, cuando la invasión era un hecho y el saqueo estaba en su apogeo, Julio caminaba por Los Andes No. 2 (bastión de luchade losbatallonerosque defendían a Noriega) para ir a ver a su madre que en ese entonces vivía en la ba- rriada Torrijos–Carter. En vista de que no había transporte y menos se podía transitar en auto (las calles estaban llenas de tachuelas y clavos) se le ocurrió tomar un atajo por la loma de Ti- najitas, cerca del cuartel de las Fuerzas de Defensa. Ya casi llegando a la cima, le sa- lió al paso un soldado esta- dounidense con el rostro pincelado de verde y el dedo apretandoel gatillodeunar- ma de grueso calibre. “Me apuntaba y gritaba palabras en inglés que yo no com- prendía”, afirmó el periodis- ta herrerano. “En el preciso momento que se abalanzó sobremi pe- cho, mientras sus manos nerviosas restregaban el ar- ma; otro marine, este puer- torriqueño, me preguntó en español para dónde iba, mientras trataba de calmar

volado por los aires.

fue interrumpido, desde lo altode la escalera que daba a la redacción, por el grito del chorrillero Nachito Betan- court: “Le están sacando la m... alChorrillo”.Eramedia- noche. Ya los terroríficos he- licópteros Apache, inmiseri- cordes sabuesos del aire, es- taban sobre la bahía de Pa- namá, rastreando su presa. Lo primero que hizo Al- tamirano Duque fue prote- ger al personal. Ordenó el cierre del periódico y acuar- teló a todos. Me escondí de- trás de un viejo linotipo y, con la adrenalina a su má- ximo nivel, escapé al primer descuido. No recuerdo a la veloci- dadque bajé por la iglesia de La Merced y tomé Salsipue- des, rumbo a la avenida Bal- boa. A la altura del parque Urracá ya se escuchaba el llamado de “clave cutarra, aquí; clave chácara, aquí”. Paré en un restaurante cer- cano al edificio Gusromares para avisar de la invasión. Igual hice con las estacio- nes de gasolina y negocios queencontrabaenel camino haciami casaenLindaVista, en la vía Ricardo J. Alfaro (Tumba Muerto) detrás de la barriada Sara Sotillo. Al llegar al 24 Horas, al lado del entonces restauran- te Mister Pollo (en lo que es hoy la entrada de Condado del Rey) se escuchó un es- truendo, una explosión de fuegos artificialesmulticolo- res: el Cuartel Central había NOCHE DE TERROR

Cuando llegué a mi casa, en las primeras horas del 20 de diciembre, los teléfonos no dejaban de sonar: llegó la invasión. Un par de horas después, los pisos de las ca- sitas de Linda Vista se es- tremecieron. Una bomba pulverizó el depósito del al- macén Lurias, en la entrada de Sara Sotillo, frente al Sin- dicato de Industriales de Pa- namá. Yo era corresponsal del diario ABC de España y me fue imposible comunicarme con ellos: el país cambió de dueño,ahoralapalabralate- nían los marines . * LOS PERIODISTAS TAMBIÉN PUSIERON SU CUOTA DE VÍCTIMAS MORTALES. EL FOTÓGRAFO ESPAÑOL JUANTXU RODRÍGUEZ FUE MUERTO A TIROS POR UN SOLDADO DE ESTADOS UNIDOS.

PELIGRO

Desde los primeros bom- bazos, los periodistas nacio- nales y extranjeros trazamos las estrategiasparahacer lle-

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