25 años dela invasión

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LA PRENSA SÁBADO 20 DE DICIEMBRE DE 2014

PROCESO. Según reportes periodísticos de la época, el exgeneral panameño lucía tranquilo durante el juicio en Miami, donde lo sentenciaron primero a 40 años. Por su buena conducta le rebajaron la pena a 30 años y por último a 17 años. LA PRENSA/Archivo

quería escuchar a su contra- parte para determinar su estrategia. Del otro lado, el fiscalMi- chael Sullivan, delgado, alto y canoso. “Es un hombre pe- queño en suuniforme de ge- neral,elúltimohombrefuer- te de Panamá. Se podrá ver pequeño en esta enorme sa- la, peroeraungiganteenPa- namá”. Así hablóSullivanen su apertura, según reportó entonces el diario Chicago Tribune . William Hoeveler fue el juez del caso. Era un abo- gado graduado en Harvard, con serviciomilitar en la Se- gunda Guerra Mundial. Los casos de mayor perfil en su carrera fueron el de Noriega y el del niño cubano Elián González, a quien reclama- ban sus familiares enMiami yenLaHabana,yquetrasun largo juicio regresó a la isla. Los testigos fueron y vi- nieron: la mayoría asegura- ba estar presente almomen-

chiricanas, después de cru- zar la frontera desde Costa Rica. Venía de participar en la guerrilla nicaragüense. Desdeallá, calificóaNoriega de narcotraficante y le ad- virtió que a su regreso se en- cargaría de derrocarlo. Su sentencia demuerte. En octubre de 1993, mientras Noriega se sumer- gía entre su soledad carce- lariaylapalabrasanta,desde Chiriquí, el juez Luis Mario Carrasco lo sentenció en au- sencia a 20 años de cárcel por ser el autor intelectual del asesinato de Spadafora. Noriega recibió otra con- dena en ausencia por 20 años en marzo de 1994, cuando lo culparon de dar la ordenparaasesinaralmayor Moisés Giroldi. A diferencia de Spadafora, este no era enemigo del dictador. Al contrario, erancompa- dres, luego de que Giroldi le pidiera a su amigo general que fuera el padrino de uno de sus hijos. El 3 de octubre de 1989, un par de meses antes de la invasión, Giroldi y 10 jefes más intentaron un golpe de Estado contra Noriega. Al fallarles el apoyo de los mi- litares estadounidenses que manteníanbasesaorillasdel Canal y que sabían del plan, Noriega aprovechó y les dio su palabra a los sublevados de que los dejaría con vida si desistían de su empresa. Es- tos dejaron las armas. Los arrestaron. Noriega reiteró

to en queNoriega recibía di- nero del narcotráfico, o cuando daba alguna orden que violara la ley. Según la revista neoyorquina Har- per , Washington le había pagado millón y medio de dólares a 46 testigos en con- tradeldictador.Eraunjuicio que no podían perder. Noriega, según reportes periodísticos, permanecía siempre callado y observa- dor. Su esposa, Felicidad, tambiénsolíaestarenlasala. Aveces, conunade sus hijas, según otro informe del ChicagoTribune . El 9de abril de 1992, siete meses después de que el fis- cal calificaraaNoriega como “un hombre pequeño”, el ju- rado lo halló culpable de ocho cargos, incluidos nar- cotráfico, crimen organiza- do y conspiración. Dos me- sesdespués,Hoeveler losen- tenció a 40 años de prisión, queluegoleredujerona30,y por último a 17.

DINERO. Tras la invasión, los estadounidenses recopilaron pruebas en contra de Noriega. LA PRENSA/Arhivo

Su nuevo hogar sería una cárcel de seguridad mínima enel condadodeMiami-Da- de. Su celda, a la que le lla- maban la suite presidencial, tenía varios equipos electró- nicos y también para ejer- citarse. Comodidad, prime- ro que todo. Tenía menos de siete me- ses de estar recluido cuando Noriega mostró su lado te- meroso: se volvió cristiano. Atrás dejó sus supuestos altares de brujería, el tabaco masticado, los pollos dego- llados; los alegados asesina- tos, los secuestros, las baca- nales, las violaciones. Se en- contró con dios. Al menos eso fue lo que contó el pastor Joe Garman, dedicado a lle- var la palabra a los presidios. En su sitio web presume de una foto autografiada por

Noriega.

El pastor acompaña la historia del panameño con una pregunta arriesgada. ¿Habría Jesús perdonado a Hitler?Garmanaseguraque sí.El señor trabajade formas misteriosas. El cuerpo decapitado del médico chitreano Hugo Spadafora fue encontrado en una quebrada en Costa Rica en septiembre de 1985. Su cabeza todavía no aparece. Las autopsias y los testi- monios revelaron golpizas en tropel, que a patadas le introdujeron una vara por el ano, que le cortaron la cabeza con un cuchillo de carnicero. Lo detuvieron en tierras JUICIO A DISTANCIA

* TESTIGOS FUERON Y VINIERON: LA MAYORÍA ASEGURABA ESTAR PRESENTE EN EL MOMENTO EN QUE NORIEGA RECIBÍA DINERO DE NARCOTRÁFICO, O CUANDO DABA ALGUNA ORDEN QUE VIOLARA LA LEY. ERA UN JUICIO QUE ESTADOS UNIDOS NO PODÍA PERDER.

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