MANUAL GESTIÓN AMBIENTAL

GESTIÓN AMBIENTAL

según la magnitud del aspecto aumente o disminuya respecto de un valor inicial (normalmente es un valor medio o de referencia de años anteriores).

El criterio “gravedad”, “peligrosidad” o “toxicidad” actúa dando más valor a aquello que es más dañino por naturaleza para el medio receptor. Los criterios “extensión”, “acumulación” y “penetración” dan mayor valor al aspecto cuanto más se ha dispersado en el medio. Los criterios “frecuencia” y “probabilidad” dan más valor a los aspectos cuya generación es más frecuente (aspectos previstos) o probable (aspectos potenciales). “Reversibilidad” actuaría valorando más a los aspectos que una vez en el medio lo afectan irreversible o irremediablemente (hay que recurrir a información bibliográfica [7, 10] para definir este criterio correctamente). “Sinergia" actuaría acentuando la valoración de la potenciación no lineal de efectos dañinos sobre el medio. También exige consulta bibliográfica [7, 10]. El mecanismo de aplicación de todos estos criterios es siempre el mismo. Para cada uno se establecen bandas conceptuales de valoración que van asignando mayor contribución a la significatividad del aspecto a medida que se superan los límites de cada banda. En las figuras 4a, 4b y 4c pueden verse bandas de alerta para algunos criterios. Así, una metodología de evaluación con “N” criterios, se convierte en un sistema de alerta medioambiental preventivo y a medida (al tener en cuenta las circunstancias propias de cada planta), basado en “N” parámetros de control observado del comportamiento medioambiental de cada aspecto. La elección de estas bandas de alerta es un proceso subjetivo, puesto que es la planta la que las define; no obstante, como se basa en requisitos legales, conocimientos científicos, informes técnicos, estudios de impacto y en general, datos de los que se dispone, así como en la aplicación continuada de esta metodología, los resultados se pueden considerar objetivizados. La separación entre una banda y otra debe ser muy clara, para que no deje la posibilidad de interpretaciones diferentes según la persona que tenga que aplicar la metodología. Un ejemplo de aplicación incorrecta del criterio “frecuencia”, al no encontrarse objetivizada su definición, sería:

• Muy frecuente: ocurre muchas veces al mes.

• Frecuente: ocurre a menudo.

• Poco frecuente: si es ocasional.

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