Enero2020

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KUKUCZKA EN LA EDICIÓN DE DICIEMBRE DE LA REVISTA OXÍGENO , ESPECIALIZADA EN TEMAS DE EXPLORADORES , EL PERIODISTA JORGE JIMÉNEZ RÍOS ESCRIBIÓ UNA CRÓNICA EN HONOR A JERZY KUKUCZKA . “Se han cumplido 30 años de la desaparición de Jerzy Kukuczka, una de las figuras más talentosas y fascinantes que se ha subido nunca a una montaña. Segundo ser humano en coronar los 14 ochomiles, su estilo y su vehemencia le convirtieron en un inolvidable icono de la búsqueda de la libertad en los escenarios salvajes del Himalaya”. Józef Jerzy Kukuczka nació en Katowice, Polonia, en 1948, y falleció en Lhotse, Nepal, en 1989. Tenía 41 años. El montañista ha sido considerado uno de los mejores por su gallardía, fue el segundo, después de Reinhold Messner, en alcanzar 14 cimas mayores a ocho mil metros. Algo fascinante de su disciplina es que comenzó conquistando cuevas subterráneas, y dio un contrasentido al alpinismo. “En el libro de Kukuczka, Mi mundo vertical, se resume su trayectoria”, con gélidos datos como “de los 60 porteadores que la expedición polaca contrató, solo 19 superaron las inclemencias de llegar al campo base”, añade el escritor. Entonces, ¿por qué el hombre sube montañas tan altas? Según los montañistas, por el paisaje, por el reto personal, por la vista, por el reto deportivo, por la preparación que conlleva, por la curiosidad, el riesgo, para relajarse, por adrenalina y porque sencillamente las montañas están ahí. Cada quien enfrenta su cuesta a su manera: evitando, subiendo, bordeando una larga planicie. La respuesta de Jerzy fue: “No hay una respuesta obstinada al planteamiento de cuál es la cuestión del significado de las expediciones a las altas montañas. Nunca he sentido la necesidad de definirlo. Caminé a las montañas y las derroté. Eso es todo”. ¿Y cuál era la satisfacción? “En el momento en el que llegas a la cima y te puedes mantener en pie no hay explosión de felicidad: la felicidad se experimenta cuando todo aún permanece frente a ti, cuando sabes que tienes que alcanzar una meta a unos cientos de metros, o a algunas docenas de metros; ese es el momento de la felicidad”.

Abajo de la cordillera de las Beksides (Cárpatos) donde Jerzy Kukuczka tenía su casa de verano, su pareja, abrió un museo en su honor. Por lejos que quede, cientos de visitantes llegan a tomarle fotografías a sus recuerdos.

LUCERO MALDONADO / EDITORA GENERAL lmaldonado@prensa.com

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