Mayores_Cadiz_Numero_03

11

EXPERIENCIAS PERSONALES

Un amor para toda la vida

Micela cuida de su marido en Reifs Chiclana tras 61 años casados

MICELA RUIZ PÉREZ Centro de Mayores Reifs Chiclana

Me llamo Micela Ruiz Pérez y nací en Chiclana de la Fronte- ra el día 13 de enero de 1936. Éramos 10 hermanos y tuve una infancia difícil. Con 17 años conocí a un marino que se quedó impre- sionado al verme. Estuvimos un año de novios y, como sorpresa, sin haber cumplido los 18 años, quedé embara- zada. Mi novio, Joaquín Gónza- lez Fernández, ya tenía 25 años y sabía con seguridad que yo era el amor de su vida y lucharía por mí. Ante este acontecimiento decidimos casarnos, y así ocurrió un 15 de julio de 1955. Como primera vivienda nos fuimos a un «subarren- dado», una habitación con cocina y cuarto de baño en la calle Murillo de San Fernan- do. Allí vivimos nuestros dos primeros años de matrimo- nio y nacieron dos hijos. Pasado un tiempo, nos fuimos a Cádiz a un piso mili- tar. Vivíamos más cómodos y nacieron dos hijos más, fruto de nuestro amor. Mi marido se hizo celador de puerto y pesca y, como consecuencia, lo destina- ron a Bilbao. Sin dudarlo un momento, dejamos nuestra Cádiz natal y nos desplaza- mos toda la familia, que ya éramos seis, hasta esta bo-

Micela Ruiz y su marido, Joaquín González

nita ciudad, donde pasamos 7 años, los mejores y más felices de nuestra vida en común. Una gran familia De allí volvimos con dos hi- jos más, una gran familia en toda regla. Joaquín, de vuelta a Cádiz, comenzó a trabajar en la Comandancia Marina, más de 40 años es- tuvo allí, hasta que pasó a la reserva.

Tras esta vida tan agita- da de ir y venir, criar hijos, atender una casa… quiso el destino que en el año 2015 mi marido enfermara y que necesitase de cuidados sa- nitarios que yo no podía darle en mi casa. Queriendo lo mejor para él, en julio de este mismo año ingresé en la residencia Reifs Chiclana para poder estar a su lado y, a la vez, que estuviera aten- dido. Probablemente éste sea el último hogar de mi espo- so pero, hasta ese día, yo estaré aquí con él porque, si algo ha demostrado estos años, es lo profundamente enamorado que ha estado

de mí y no hay mejor mane- ra de pagar este amor que cuidarlo y dedicarle todo mi tiempo hasta que la muerte nos separe, como un día le prometí ante el altar. Siempre me ha apoyado en mis decisiones, así que ahora que él no puede deci- dir, creo que estoy haciendo lo que le hubiese gustado. Estando aquí sigo tenien- do bastante contacto conmis hijos y familiares y, a la vez, la atención hacia él no le falta. También creo que ayudo a otros compañeros que están en una situación más depen- diente. Esto me hace sentir útil y me siento un miembro más de esta gran familia.

«No hay mejor manera de pagar su amor que cuidarlo »

Made with FlippingBook - Online Brochure Maker