BulevarSurPrimavera_2018

| Made in Sevilla

Glorieta de Ofelia Nieto en el Parque María Luisa decorada con mural cerámico de la homenajeada.

de cerámica, los pozos de agua y los moli- nos. También los depósitos de pigmentos, los talleres y los almacenes en muy buen estado.

Aníbal González y la Exposición Ibe- roamericana de 1929 es el momento de mayor expansión de este material. Durante los inicios del siglo XX, triunfó el estilo re- gionalista y todas las grandes edificaciones del momento, construcciones decorativas y mobiliario urbano añadieron la cerámica como elemento esen- cial, junto con el ladrillo y el azulejo. Por ello, todas las industrias del sector alcanzaron un desarrollo técnico y artístico muy notables en este período. «ES ANÍBAL GONZÁLEZ Y LA EXPOSICIÓN DEL 29 EL MOMENTO DE MAYOR EXPANSIÓN DE ESTE MATERIAL»

Fuste de cerámica en una farola de la Plaza de España.

U no de los diez barrios del mundo, que no ciudad, más visitados por los turistas. La otra orilla de Sevilla re- sulta ser un atractivo turístico que seduce cada año a miles de visitantes que acuden a este histórico arrabal para conocer su idiosincrasia propia, cultivada a lo largo de los siglos por su tradición flamenca o marinera, cuna de toreros y artistas junto con la gran desconocida, la fabricación de cerámica. Un material creado con los cuatro elementos de la naturaleza: la tierra, el agua, el aire y el fuego y que decora los famosos patios y portales de las casas trianeras. Es una incógnita precisar el momento exacto de sus inicios. Quizás los Tartessos que se asentaron allá por el 1.000 a.C. fueron los pio- neros, pero todas las culturas que han pasado por allí han dejado muestras del arte cerámico desarrollado a orillas del Río Guadal- quivir. Una zona de suelos ricos que ha situado a Triana como la zona con mayor producción de cerámica y que ha acogido entre sus calles a los olleros o alfareros, como se conoce a estos artesanos. Prueba de este arte con el barrio es la leyenda de las patronas, santas Justa y Rufina, alfareras de Triana y que vivían de conver- tir este material arcilloso en piezas artísticas. Otras huellas que podemos encontrar como muestra de esta estrecha relación son las antiguas fábricas, la mayoría de ellas de carácter familiar y su- jetas, por tanto, a una profunda endogamia. Es el caso de Santa Ana que, tras su cierre, ha conservado los siete hornos de cocción

Azulejo de Santa Ana y la niña.

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