Kaplan y Sadock. Manual de psiquiatría clínica, Cap. 21.

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21. Otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica

desesperación y desvalimiento con respecto a su futuro laboral y al bienestar, así como enfado y depresión. Con una reducción de plantilla en curso, a menudo producida de forma repentina, hombres y mujeres siguen luchando contra la pér‑ dida inesperada del trabajo y una jubilación prematura, incluso cuando el aspecto económico no es un problema. Además, los hombres en par‑ ticular se definen a sí mismos por su rol en el trabajo, y por ello sufren una angustia mayor cuando surgen estos cambios. Las mujeres pueden adaptarse de forma más rápida a la jubilación, pero con frecuencia tie‑ nen menor seguridad económica que los hombres (las mujeres blancas ganan aproximadamente el 80% de lo que ganan los hombres por tra‑ bajos similares, y las afroamericanas y latinas incluso menos); por lo general, las mujeres tienen una posición profesional inferior, enviudan con mayor frecuencia que los hombres, y es más probable que tengan a su cargo niños, nietos y parientes ancianos. De las familias monoparen‑ tales, en la mayoría son las mujeres el único miembro de la familia que trabaja y, además, lo hacen cerca del umbral de la pobreza. Estrés en el lugar de trabajo Más del 30% de los trabajadores manifiestan estar sometidos a estrés en el trabajo, que está implicado en al menos el 15% de las reclamaciones de incapacidad laboral. Es previsible que haya malestar por cambios en el trabajo reconocidos e incontrolables, como reducciones de plantilla, fusiones y adquisiciones, sobrecarga de trabajo, esfuerzos físicos cróni‑ cos, incluyendo el ruido en el trabajo, temperatura, heridas corporales y tensión por trabajar con un ordenador. Según un estudio, los 10 traba‑ jos más estresantes en 1998 eran: 1) presidente de los Estados Unidos, 2) bombero, 3) alto ejecutivo de una empresa, 4) corredor de auto‑ movilismo, 5) taxista, 6) cirujano, 7) astronauta, 8) agente de policía, 9) jugador de fútbol americano y 10) controlador aéreo. Las personas que trabajan sujetas a plazos y horarios estrictos, como los conductores de autobús, están expuestos a padecer hipertensión. La frustración laboral puede surgir también si un trabajador tiene problemas psicodinámicos no reconocidos (y, por lo tanto, no resuel‑ tos), como trabajar de forma adecuada con los superiores y no relacio‑ narse con el supervisor como con una figura paterna. Otros problemas del desarrollo incluyen problemas no resueltos de competitividad, asertividad, envidia, miedo al éxito e incapacidad para la comunica‑ ción verbal constructiva. Después del 11 de septiembre de 2001, fecha de la tragedia de las Torres Gemelas (World Trade Center), un bombero de 32 años de edad, casado, que ese día estaba de vacaciones con su mujer y sus hijos, empezó a mostrar cambios en su conducta en casa y en el tra‑ bajo. En su hogar, centraba su atención en los programas deportivos de la televisión en lugar de escuchar a sus dos hijos. En el trabajo, parecía estar más concentrado en preparar las mismas cenas para sus compañeros y ver la televisión que en charlar con los demás bomberos y con su nuevo jefe. En un período de varios meses, un capellán visitó el cuartel de bomberos varias veces y les habló del sentimiento de culpa por sobrevivir a la tragedia del 11‑S, y el bombero empezó a recuperar en cierta medida su conducta anterior más saludable ( por cortesía de Leah J. Dickstein, MD ).

irritabilidad, insomnio y dificultad para concentrarse y realizar las labores cotidianas. En función del grupo cultural al que se pertenezca, el duelo tiene una duración variable, que no suele superar los 6 meses, aunque puede durar más. Sin embargo, un duelo normal puede ter‑ minar provocando un trastorno de depresión mayor que necesita tra‑ tamiento. Como parte de su reacción a la pérdida, algunas personas presentan síntomas característicos de un episodio depresivo mayor (p. ej., estado de ánimo deprimido, insomnio, pérdida de apetito y de peso). La duración y la expresión del duelo varían de forma conside‑ rable entre los diferentes grupos culturales e incluso dentro del mismo grupo cultural. El diagnóstico de trastorno depresivo solo se establece cuando los síntomas prevalecen 2 meses después de la pérdida; no obstante, la presencia de algunos síntomas que no son característicos de una reacción de duelo “normal” puede ayudar a diferenciar entre una depresión y una reacción de duelo. Entre los síntomas se pueden incluir: 1) sentimientos de culpabilidad por cosas que no son las accio‑ nes realizadas o no por el sobreviviente en el momento de la muerte, 2) pensamientos sobre la muerte además de la sensación del super‑ viviente de que hubiera sido mejor haber muerto o que debió morir junto con el difunto, 3) preocupación mórbida respecto a la propia inutilidad, 4) retraso psicomotor marcado, 5) alteraciones funcionales notables y duraderas, y 6) experiencias alucinatorias distintas de la sensación de oír o ver ocasionalmente a la persona fallecida. PROBLEMAS LABORALES El problema laboral surge a menudo en el curso de cambios estresan‑ tes en el trabajo, como el momento de incorporarse al mundo laboral o cuando, dentro de la misma empresa, se promociona a un puesto más alto por buen rendimiento o se desplaza a una posición paralela por necesidades de la empresa. La angustia se produce especialmente si estos cambios no son voluntarios o no vienen precedidos de adiestra‑ miento en el puesto, así como en el despido o la jubilación cuando la persona no está preparada para afrontar esta situación. También puede aparecer malestar laboral cuando se produce una sobrecarga de trabajo en relación con las condiciones inicialmente pactadas con la empresa o por pérdida de desafíos u oportunidades de obtener satisfacción con el trabajo, o si una persona se siente incapaz de satisfacer expectativas en conflicto o que las condiciones de trabajo le asignan responsabili‑ dades sin tener poder legítimo, o bien, si considera que sus jefes son demasiado severos y poco razonables. Elección y cambio de profesión Los adultos jóvenes que carecen de modelos para imitar o no tie‑ nen una orientación familiar, de mentores o de otras personas de su comunidad, con frecuencia infravaloran sus posibles habilidades para aprender un oficio o conseguir un título universitario o de posgrado. Además, las mujeres y los miembros que pertenecen a minorías socia‑ les sienten a menudo que están menos preparados para aceptar retos laborales, temen el rechazo y no solicitan empleos para los que están capacitados. Por otra parte, los hombres, en campos profesionales en los que son una minoría, habitualmente son promovidos con mayor rapidez (“ascensor de cristal”). En la entrevista inicial de evaluación de problemas profesionales debe animarse a los pacientes a considerar su talento, hasta ese momento inadvertido y no reconocido; sus sue‑ ños y objetivos profesionales, no expresados a menudo durante mucho tiempo; el éxito en el trabajo y en la escuela, y la motivación para asumir el riesgo de aprender aquello que les va a producir satisfacción. Las minorías y quienes trabajan en empleos mal pagados y poco cualificados también tienen una estabilidad laboral menor. Les afectan con mayor frecuencia la reorganización de las empresas y su consi‑ guiente reducción de plantilla, los cierres y los traslados de las empre‑ sas, que por lo general producen en estos trabajadores sentimientos de

Los conflictos en el trabajo reflejan a menudo conflictos simi‑ lares en la vida personal del trabajador, y es obligatorio sugerir su tratamiento, salvo cuando los individuos son conscientes del pro‑ blema. Algunos estudios han hallado que el tratamiento con masajes, meditación y yoga durante los descansos del horario laboral alivia el estrés si se emplea de forma regular. La terapia cognitiva también ha demostrado su utilidad para reducir la presión laboral. AMPLE

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