Porth. Fisiopatología

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UNIDAD XI  Alteraciones de la función digestiva

infección por VIH. 38 Aproximadamente la mitad de las personas con cáncer experimentan un desgaste tisular, en el cual el tumor induce a cambios metabólicos que llevan a la pérdida del tejido adiposo y de la masa muscular. 42 En personas con lesiones o enfermedades graves, se acelera la degradación neta de proteínas y la reconstrucción proteica se ve interrumpida. Se pierde masa proteica del hígado, tubo digestivo, riñones y corazón. A medida que se pierde proteína del hígado, se reduce la síntesis hepática de proteínas séricas y se observa una reducción de sus concentraciones. También hay una disminución de las células inmunitarias. La cicatrización de las heridas es defi- ciente y el cuerpo es incapaz de combatir la infección debido a las múltiples disfunciones inmunitarias. El tubo digestivo sufre atrofia mucosa con pérdida de vellosidades en el intestino delgado, lo que produce un cuadro de malabsorción. La pérdida de proteína del músculo cardíaco lleva a una reducción de la contractilidad mio- cárdica y del gasto cardíaco. Los músculos que se usan para la res- piración se debilitan y la función respiratoria se ve comprometida a medida que las proteínas musculares se emplean como fuente combustible. La reducción de la función respiratoria tiene muchas implicaciones, especialmente en las personas con quemaduras, traumatismos o enfermedades respiratorias crónicas, y en quienes requieren de ventilación mecánica por insuficiencia respiratoria. En las personas que están hospitalizadas, la desnutrición aumenta las tasas de morbilidad y mortalidad y la incidencia de complicaciones y prolonga la estancia. Esta desnutrición puede estar presente al momento de la admisión hospitalaria o desarro- llarse durante la hospitalización. La persona hospitalizada general- mente encuentra complicado consumir una dieta saludable y, por lo regular, tiene restricciones alimentarias y de líquidos cuando se le prepara para pruebas y cirugía. El dolor, los medicamentos, las die- tas especiales y el estrés pueden reducir el apetito. Incluso cuando la persona está lo suficientemente bien como para comer, encon- trarse solo en una habitación donde se administran tratamientos incómodos o desagradables no es el mejor incentivo para comer. Aunque podría parecer que las personas que están hospitalizadas requieren de menos calorías, ya que guardan reposo en cama, su necesidad calórica real puede ser mayor debido a que enfrentan otros gastos energéticos. Por ejemplo, se gastan más calorías durante los episodios de fiebre, ya que aumenta el metabolismo basal. También puede existir una mayor necesidad de proteína para apoyar la reparación tisular después de un traumatismo o cirugía. Diagnóstico Ninguna medida diagnóstica única es lo suficientemente precisa como para servir como prueba confiable de desnutrición. Las téc- nicas de valoración nutricional incluyen evaluación de la ingesta dietética, medidas antropométricas, exploración física centrada en la nutrición y pruebas de laboratorio. 43 La evaluación de la compo- sición corporal se puede realizar al valorar el peso, edema, desgaste muscular y pérdida de grasa subcutánea. La albúmina y prealbú- mina sérica se usan para el diagnóstico de la desnutrición proteico-calórica. La albúmina, que se ha utilizado históricamente como un determinante del estado nutricional, cuenta con una reserva corpo- ral importante y una vida media de 20 días, y es menos sensible a cambios en la nutrición que la prealbúmina, la cual tiene una vida media más corta y una reserva corporal relativamente baja. 43

Tratamiento El tratamiento de la desnutrición proteico-calórica grave com- prende el uso de medidas para corregir las anomalías de líqui- dos y electrólitos, así como la reposición de proteínas, calorías y micronutrientes. El tratamiento se inicia con cantidades modestas de proteínas y calorías con base en el peso real de la persona. Se requiere de una administración conjunta de vitaminas y minerales. Se puede utilizar para ello una ruta enteral o parenteral. El tra- tamiento se debe realizar lentamente para evitar complicaciones. La administración de agua y sodio con hidratos de carbono puede sobrecargar un corazón que está debilitado por la desnutrición, lo cual puede derivar en insuficiencia cardíaca. La nutrición enteral puede producir síntomas de malabsorción debido a las anomalías en el tubo digestivo. El edema de realimentación, que es de tipo benigno y en las áreas declive, se produce por la reabsorción renal de sodio y una pobre integridad tisular y de los vasos sanguíneos. Se trata con la elevación de las extremidades y con una restricción modesta de sodio. Los diuréticos no resultan eficaces y pueden agravar las deficiencias electrolíticas. Trastornos alimentarios Los trastornos alimentarios afectan aproximadamente a 30 millo- nes de estadounidenses de todas las edades y géneros. 44 Estas enfermedades, incluyendo la anorexia nerviosa (AN), bulimia nerviosa (BN), trastorno por atracón (TPA) y sus variantes, com- prenden alteraciones graves en la alimentación, como restriccio- nes en la ingesta y consumos desmedidos, con una preocupación excesiva respecto a su apariencia o peso corporal. 44 Los trastornos alimentarios se manifiestan tanto en hombres como en mujeres; sin embargo, ellas son las más afectadas. El TPA es el trastorno alimentario más frecuente en los Estados Unidos. 45 En general, los trastornos en la alimentación son más preva- lentes en las sociedades industrializadas y se verifican en todos los niveles socioeconómicos y grupo étnicos. Se piensa que una com- binación de factores genéticos, biológicos, conductuales, psicoló­ gicos y sociales contribuye a su desarrollo. 45 La preocupación por el peso y una autoevaluación excesiva del peso e imagen corporal son comunes a todos los trastornos, y las personas que los pade- cen pueden mostrar una mezcla de síntomas de estas afecciones. 45 Quienes tienen trastornos alimentarios requieren de una evalua- ción psiquiátrica concomitante, ya que estos cuadros generalmente vienen acompañados por cambios de humor, ansiedad y trastornos de la personalidad.

Anorexia nerviosa La AN es un trastorno alimentario que generalmente inicia en la adolescencia y se caracteriza por una alta determinación por la rea- lización de dietas, en general acompañadas de ejercicio compul- sivo y, en un subgrupo de personas, de prácticas purgantes con o sin atracones, lo que conduce a una pérdida ponderal sostenida. Otras características incluyen distorsión de la imagen corporal, un profundo miedo a volverse obeso y obsesión por mantener una ingesta calórica exageradamente restrictiva, con ejercicio físico muy demandante. La AN es más prevalente entre las mujeres jóve- nes, en comparación con los hombres. 44,46 AMPLE

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