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EDUARDO BOBRÉN

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Cuando tu voz reclama de repente,

o siento la tibieza de tus manos,

me siento atado a ti, eternamente.

Paz de Amor

Que plácido descanse

el Amado en tu estancia;

detenido, en reposo,

sin luz y sin distancia...

arropado al arrullo

de tu voz susurrante,

pulsando levemente

al compás de tus ansias.

El Amado descansa

complacido y sereno,

inmóvil, detenido.

Permítele el disfrute

de tu cálida alcoba

y déjalo que anide

en tu regazo tierno;

concédele el tesoro

de sublime armonía