LA DICTADURA DEL INMOVILISMO
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Aquí rebaños de ovejas,
siempre en la misma cañada,
rumian la hierba cansada,
de crecer en cepas viejas;
tan dóciles en sus quejas,
siempre van tras los pastores,
porque no tienen sabores,
de otros prados más frondosos,
de los perros bajo acosos,
retornan a sus temores.
Soy hombre y no oveja,
libre en mis pensares,
mi dolor nadie maneja,
ni mi razón ni avatares,
a hombros llevo esta iglesia,
y morir… antes que amnesia…
Y aquel palmero que asiente regencia,
de tintura oprimiendo su contrato,
con manada que asume su maltrato;
¡da igual, azul o rojo en pertenencia!
¿Dónde hallará valor a la existencia?,
si pisa verdades con su zapato,
para seguir talla esbelta y buen trato,
del que ora el bien y duerme en indolencia.
España, centro, de izquierda o derecha,
siempre la sinrazón del otro lado,
si el ingenio camina en senda estrecha,