MANUAL NEUROMANAGEMENT

MANUAL NEUROMANAGEMENT

Hemos aprendido a finales del siglo XX que hay que substituir la visión de un universo que obedece a un orden impecable por una visión donde el universo sea el juego y lo que está en juego de una dialógica (relación antagónica, competente y complementaria) entre el orden, el desorden y la organización. La Tierra, probablemente en sus inicios un montón de desperdicios cósmicos procedentes de una explosión solar, se organizó así misma en una dialógica entre orden - desorden - organización, sufriendo no sólo erupciones y temblores sino también el choque violento de aerolitos de los cuales tal vez uno suscitó el desprendimiento de la luna. Los cambios inesperados alteran nuestra rutina y nos hacer sentir inseguros. En la vida siempre habrá cosas que escapen a nuestro control, con las que no podemos contar o que no sabemos exactamente cómo van a evolucionar. Pero la llegada de una nueva situación está llena de posibilidades que no hay que tener miedo de explorar. Cuando sucede algo imprevisto que nos obliga a cambiar de planes, los seres humanos nos disgustamos. Creer que vamos a tener todo bajo control nos hace sentirnos seguros y tranquilos. Por el contrario, enfrentarnos a una situación de incertidumbre nos genera estrés, que puede llegar incluso a convertirse en angustia. La reacción ante una situación que interpretemos como amenazante es un reflejo humano atávico y resulta positivo en cuanto que nos prepara para hacer frente a esa amenaza. Lo paradójico es que los motivos por los que sentir miedo han disminuido, pero han aumentado tanto nuestras exigencias, que cada vez nos afecta más que las cosas no salgan como esperamos. La psicóloga clínica y docente del Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA) Mirian Rocha explica que «querer tener cierto grado de control sobre las cosas es comprensible, pues nos ayuda a predecir lo que va a ocurrir y eso nos genera tranquilidad y garantiza una mayor estabilidad emocional, al tratar de reducir los imprevistos. Pero es importante entender que en la vida siempre habrá cosas que escapen a nuestro control. Es decir, la incertidumbre es inevitable y, por tanto, lo mejor que podemos hacer es aprender a tolerarla». «Los cambios generan incertidumbre porque abren las puertas a algo nuevo. Cuando conocemos las reglas del juego nos movemos como pez en el agua, pero cuando estas reglas cambian, nosotros debemos cambiar también. Y a veces las nuevas reglas dan lugar a un juego mucho más apasionante. Si no nos permitimos probar nunca lo sabremos. Por eso está bien salir de la zona de control. El cambio sólo puede dar miedo si anticipas cosas negativas de ello», afirma Rocha.

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