Mayores de Córdoba 2018 -2

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EXPERIENCIAS PERSONALES

Dos de las profesiones que le hubiera gustado desempeñar a esta mujer: enfermería y magisterio

le dijeron a mi compañera que pasaba al puesto de em- paquetadora. Al día siguiente yo, de cajera, pero la compa- ñera no estaba conforme con el otro puesto, así que final- mente me quedé yo con los dos, pero con un solo sueldo.

Un día, cuando entró un muchacho en la tienda, me dijo si podía hacerme una pregunta. «Usted dirá», le dije. «¿Usted es cordobe- sa?». Respondí que era es- pañola, andaluza y católica. En ese momento salió el que me ayudaba, se puso a mi lado y me dijo: «Pilar, la voy a acompañar a su casa». Así fue cómo me acompañó la primera vez. Me hablaba de sus padres, de que era viudo y eso le hacía sufrir. Más tar- de me dijo que tenía un hijo de 5 años que lo tenían sus padres, pero claro, su padre estaba mal de los pulmones y su madre era mayor y no podían cuidarlo bien. Un día me dijo que quedá- ramos para que lo conociera. Él sabía que yo los domingos a las 12 iba a misa a la Ca- tedral. Me trajo al niño y le dijo: «Luisito, es Pilar, si ella quiere será tu mamá». Él se acercó a mí y me dijo: «Hola, mamá». Esto me partió el alma, lo besé y lo abracé. De esta manera comenzó mi andadura con el que sería

mi marido. Lo quise mucho y fuimos muy felices. Mi fami- lia no estaba de acuerdo con la relación, me decían que con todos los pretendientes que tenía por qué razón lo elegí a él, pero yo me había enamorado. Nos casamos, buscamos la niña, pero como no vino, crié a mis 3 hijos, siempre dándole al pequeño prefe- rencia. Los tres hicieron la Prime- ra Comunión, pero a Luis no le estaban bien los trajes de los otros, era más robusto,

traía el sueldo del mes él tenía un apartado para sus gastos pero empezó a traer menos. Él decía: «no te pre- ocupes, no pasará más», pero la cosa fue en aumen- to: bebía alcohol, fumaba mucho y comía poco. Em- pezaron a salirle unas man- chas en la piel, así que fui- mos al médico, le dijo que tenía que dejar el tabaco y la bebida. Yo no sabía qué hacer, mi familia me ayudó en todo momento y a mis hijos nunca les faltó el pla- to de comida. Cuando dejó de salir ya no era él, fui al médico, pero me dijo que él no tenía voluntad ni fuerza para nada, y así si- guió hasta el final. Yo no quiero que sus hi- jos sepan nada de la última etapa de la vida de su padre, él los quería mucho, pero la vida se cebó con él. Yo siempre le querré, pues fue el padre de mis hijos y el amor de mi vida. Recuerdo que siempre me decía «niña» cuando quería algo, hasta el final de sus días.

Me hubiese gustado ser maestra, pero más aún enfermera

La empresa vendía mu- cho, sobre todo cuando era alguna fiesta y en Navidad me pusieron a un ayudante. Un día, el señor que me ayudaba estaba en la puer- ta esperándome y me dijo: «¿Quiere que la acompañe a su casa?». «No, muchas gra- cias, sé ir sola», le dije. En otra ocasión me pidió per- miso para beber de un botijo que yo tenía, yo le dije que bueno, pero no he visto más agua que bebía.

Yo siempre le querré, pues fue el padre de mis hijos y el amor de mi vida

así que le hicieron un panta- lón corto gris, camisa blanca y un chaleco compañero a los pantalones. Mi marido empezó a va- riar de carácter, cuando me

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