Mayores de Córdoba 2018 -2

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EXPERIENCIAS PERSONALES

Mi vida como religiosa He sido muy feliz… Si volviera a nacer, volvería a hacerme religiosa

ENRIQUETA GONZÁLEZ Residencia Municipal Fernando Santos de Añora ¡Hola a todos! Mi nombre es Enriqueta González Galán. Nací el 16 de agosto de 1932 en Villaharta (Córdoba) y soy la más pequeña de ocho her- manos. Cuando cumplí los 12 años, entré en la Congregación de las Hermanas Mercedarias de la Caridad. Fue en esta Con- gregación donde inicié mis pasos como religiosa y donde alcancé mi formación. Recuerdo con mucha ale- gría mi viaje a Argentina. Era muy joven cuando viajé ha- cia ese país en el que tantas experiencias viví, como por ejemplo, formarme como en- fermera. Pasé gran parte de mi vida allí. ¡Hasta mi familia creía que ya no volvería! Pero, estaban equivocados. Regresé debido a que mi madre enfermó y debía en- cargarme del cuidado de ella. Al poco tiempo, con la edad de 102 años, finalmente, fa- lleció. Después, me trasladaron a Santiago de la Espada, un pe- queño pueblo de la Sierra de Jaén, donde pasé mucho frío y me quedé incomunicada, varias veces, a consecuencia de las grandes nevadas. Finalmente, por causas del destino, llegué hasta Dos To- rres, un pueblo aquí vecino, donde ejercí como directora de la Residencia de Mayores. Esta trayectoria la recuerdo mejor. Recuerdo, sobre todo,

los belenes tan grandes y bo- nitos que realizaba. ¡Incluso me quedaba alguna noche sin dormir para poder aca- barlos! Al mismo tiempo, también trabajaba como enfermera en el Centro de Salud de Po- zoblanco. Sin lugar a dudas, no pude elegir mejor profe- sión. Ser enfermera me ha gustado mucho. Pero, debido a que en la Residencia de Dos Torres estábamos muy pocas Her- manas, fuimos repartidas en varios lugares (residencias, escuelas, conventos) y yo fui trasladada a la Residencia Episcopal de Córdoba para encargarme del cuidado del Obispo y de otros sacerdotes.

Allí pasé, también, bastante tiempo. Con la enfermedad de mi hermana Pastora y, al morir mi hermana Consuelo, me vi obligada a pedir exce- dencia en la Santa Sede, para hacerme cargo de «Pastori- ta», como yo la he llamado siempre, desde el cariño. Ambas vivimos algún tiem- po en un pisito, pequeño, pero muy bonito, en Córdo- ba. Pero, a consecuencia de nuestro estado de salud, in- gresamos en la Residencia Municipal de Mayores Fer- nando Santos de Añora. Aquí, mi hermana «Pas- torita», que ya ha fallecido, y yo hemos sido, y sigo siendo, muy feliz. Aquí, en la Residencia, con- tinuó mi vida espiritual: reali- zado el rezo del Rosario dia- riamente, me encargo de las lecturas de la Misa Quince- nal, de arreglar la Capilla, de encender las velas, tomar la Santa Comunión cada domin-

go, escuchar Misa y también intento ayudar a todos mis compañeros, siempre que mi ayuda les sea útil. Aquí, incluso, el año pasa- do ayudé a preparar la visita del Obispo de Córdoba, quien se puso muy feliz de verme y con el que me fotografié para recordar ese momento. La foto de ese día la tengo pues- ta en mi mesita de noche, por cierto. En definitiva, me inspiro en la vida de Nuestro Señor Jesucristo para guiar la mía, para guiar mis pasos y para poder seguir dando ejemplo de la vida cristiana en la Re- sidencia. Como siempre he dicho: «He sido siempre muy feliz. Si volviera a nacer, sería religio- sa». Gracias a mi familia por ayudarme a recordar todos los datos reflejados aquí so- bre mi vida. Seguro que se me escapan algunos.

Sin lugar a dudas, no pude elegir mejor profesión: ser enfermera

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