Manual de Estudio

El desafío actual, en donde alrededor de las actividades extractivas, también se desarrolla una industria de conflictos sociales, que, en muchos casos, tornan inviables proyectos importantes en minería, petróleo, hidroeléctricas, es cómo constituir un nuevo modelo de relacionamiento con las poblaciones locales. El contexto ha conllevado a poner a la viabilidad social, como una variable clave de la ecuación del negocio. Donde no existe “licencia social”, las actividades extractivas derivan en inviables. El nuevo modelo de relacionamiento comunitario debería estar basado al menos en los siguientes elementos: a. Distribución de beneficios. Tiene que ver con un replanteamiento del rol del Estado y de las empresas con las poblaciones locales. Si bien es cierto que las empresas tienen que contribuir con el desarrollo de su entorno, tanto aportando a iniciativas de desarrollo, así́ como mejorando la capacidad de empleabilidad local, buscando que existan redes de proveedores locales, etc., No es su rol sustituir al Estado. Es el Estado el encargado de velar por el bien común, por generar políticas de inclusión social, de superación de la pobreza, etc. y para ello cuenta con los impuestos que las empresas extractivas pagan. Por su parte, las empresas deberían hacer predecible sus aportes a este esfuerzo, constituyendo” Fondos de desarrollo social”, anclando su aporte a algún indicador de la evolución del negocio. b. Ampliar la oferta hídrica, antes que disputar su uso. La preocupación por lo que sucedería con los acuíferos alrededor de un proyecto minero es cada vez más grande. Muchas de estas preocupaciones no están sustentadas en aspectos técnicos, sino más bien en una mezcla de percepciones, con comparaciones de la vieja minería o, con las creencias y saberes milenarios, que van configurando una corriente de ecologismo “popular”, que es la expresión de la continuidad de las culturas andinas. Por ello, es difícil convencer a la población local cuando la preocupación ha escalado, porque queremos persuadir con criterios puramente técnicos, sin tomar en cuenta la cosmovisión de la gente, que es la que les genera grandes temores. La opción ante esta resistencia a veces hasta violenta, es que las empresas opten de manera predictiva, a realizar proyectos para mejorar la gestión, calidad y cantidad de agua, en las cuencas en donde se ejecutaran los proyectos. Desarrollar acciones para mejorar los acuíferos, ampliando los colchones hídricos, cosecha de agua, construcción de reservorios, etc., ya no es una elección a realizar, sino un compromiso social antes de iniciar las operaciones. c. Antes que pasivos, generar activos ambientales y sociales. En la misma línea del caso del agua, en todos los rubros en donde antes las empresas dejaban pasivos, hoy se debe tener una concepción de genera activos. Los planes de cierre graduales son una oportunidad para demostrar este proceso, si es que los esfuerzos están orientados a dejar los suelos y su paisaje mejor que antes. Impulsar proyectos de forestación de mediano y largo plazo, en asocio con el Estado es otra opción interesante. Introducir sistemas de riego tecnificado de manera masiva en donde las condiciones se presten, en las comunidades vecinas es otra alternativa interesante. Por el lado social, contribuir con la educación, la calificación laboral, principalmente en las opciones técnicas, son muy importantes.

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