Bickley. Bates guía de exploración física e historia clínica

Anatomía y fisiología

EJEMPLOS DE ANOMALÍAS

Las uñas pierden lustre con la edad y pueden engrosarse y volverse amarillas, sobre todo en los dedos de los pies.

El pelo sufre una serie de cambios. Por ejemplo, el cabello pierde su pigmento, volvién- dose gris. La pérdida de pelo en el cuero cabelludo está determinada genéticamente. La línea de implantación del pelo masculino puede empezar a remitir por las sienes ya a partir de los 20 años; después, le sigue la caída del pelo del vértice craneal. La caída del pelo femenino sigue un patrón parecido, pero menos intenso. La cantidad de cabello del cuero cabelludo disminuye en ambos sexos siguiendo un patrón generali- zado y el diámetro de cada cabello se reduce. También hay pérdida normal de pelo en otras partes del cuerpo (tronco, zonas púbicas, axilas y miembros). Las mujeres mayores de 55 años pueden desarrollar un vello facial grueso en la barbilla y en el labio superior. Muchos de estos cambios son más frecuente en los pacientes de piel clara y pueden no presentarse en aquellos con un tono más oscuro. Por ejemplo, los nativos americanos de sexo masculino presentan poco vello facial y corporal, en comparación con los de piel más clara, y requieren una evaluación según su propio patrón. Cabeza y cuello Ojos y agudeza visual.  Los ojos, los oídos y la boca sufren los estragos del envejecimiento. La grasa y el panículo que rodea el ojo dentro de la órbita puede atro- fiarse, con lo que el globo ocular parece hundirse. La piel de los párpados se arruga y a veces forma pliegues colgantes. La grasa puede empujar la fascia palpebral hacia adelante, creando una protuberancia blanda, en particular en los párpados inferiores y en el tercio interno de los superiores. Debido a que los ojos producen menos secreciones lagrimales, algunos pacientes de edad avanzada se quejan de sequedad ocular. Las cór- neas también pierden parte de su brillo. Las pupilas se hacen más pequeñas, lo que dificulta el examen del fondo de ojo. Además, se tornan algo irregulares, aunque deberían seguir respondiendo a la luz y a la acomoda- ción ( véanse pp. 235-236). La agudeza visual se mantiene relativamente constante entre los 20 y los 50 años. Disminuye de forma gradual hasta los 70 años y luego lo hace con mayor rapidez. Sin embargo, la mayoría de las personas mayores conservan una visión entre buena y adecuada (de 20/20 a 20/70, según las tablas optométricas normalizadas). De todas maneras, la visión de cerca empieza a nublarse o ser borrosa de manera apreciable en casi todos los casos. El cristalino va perdiendo su elasticidad desde la infancia y el ojo pierde de manera progresiva la capacidad para acomodar y enfocar los objetos cercanos. La presbicia consiguiente se hace evidente en la quinta década de la vida. El envejecimiento aumenta el riesgo de cataratas, glaucoma y degeneración macular . El engro- samiento y la coloración amarilla de los cristalinos entorpece el paso de la luz a la retina, por lo que se requiere más luz para leer y realizar trabajos precisos. Las cataratas afectan al 10% de las personas a partir de los 60 años y el 30% a partir de los 80. Puesto que el cris- talino sigue creciendo con los años, puede empujar el iris hacia adelante, estrechando el ángulo entre el iris y la córnea, aumentando el riesgo de glaucoma de ángulo cerrado. Audición. La agudeza auditiva suele disminuir con la edad. La hipoacusia pre- coz, que se inicia al comienzo de la vida adulta, se refiere sobre todo a los sonidos agudos fuera del intervalo del habla humana y tiene poca importancia funcional. De forma gradual, la hipoacusia se extiende a los sonidos de los intervalos medio y grave. Cuando una per- sona no puede captar los tonos más agudos de las palabras, pero escucha los tonos más

Véase el capítulo 7, Cabeza y cuello , pp. 215-302. SAMPLE

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Adultos mayores

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