Pregón de Semana Santa Joaquín Romero Murube

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LA smMANA SANTA

¡Oh, si acabase, viendo c6mc,muro, de aprender- a morir ames que llegue aquel f oreoso término postrero, antes que aquesta mies inútil SÚ![111e de la severa muerte dura mano y a la ccJ.m'ún materia se la entregue!

¡ Aprender a morir 1 ¡Común materia! Y llegaala invocación más patética y sencilla:

¡Oh, muerte, ven callada, cOttW sueles venir en la saetcil

Y para terminar est-0s doscientos cinco versos, quizás los más hermosos y trascendentales de toda la literatura española, un final en el cual la eternidad y la muerte se reducen a valor humano, a eternidad hu­ manizada en el siguiente dechado de concepto y de ex­ presión:

V e,i y verás al alto fin que aspiro ante.11 que el tiempo muera en nuestros bra.tros.

¡ El tiempo, la muerte y nuestros brazos! ¿ Se ha dicho algo más simple, sublime y patético, de la vida, de nuestro cuerpo y de la muerte?

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