Pregón de Semana Santa Joaquín Romero Murube

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su maestría. Un paso de palio deVirgen ocupa un vo­ lumen en el espacio, tan perfectamente ajustado en sus proporciones a unas reglas y a unas medidas clá­ sicas, que para el cofrade de verdad, y para todos los sevillanos, aquello tiene su canon inmutable, como lo tienen las Pirámides de Egipto, el Partenon o cual­ quier otro edificio clásico. Es una proporción miste­ riosa, que teniendo su canon inmutable, nos permite al mismo tiempo una variedad extraordinaria de expre­ sión y matices. Y puede surgir el paso de palio cuaja­ do en oro de la Vir� del Refugio, de San Bernardo; el conjunto morado del Mayor Dolor y Traspaso; la explosión matinal y huertana de la Macarena; el blan­ co prodigio transparente de Montesi6n, o hasta esa se­ veridad arqueológica y mayestática de los castillos y leones de Monserrat. Y esta maestría, esta depuración del gusto popular cofradiero _ sevillano es tan autén­ tica, tan unánime, que cuando un sevillano ve, en una tarjeta postal o en una revista, los pasos de palio de las Semanas Santas de otras ciudades, cuando ve esos mantos, largos y resubidos, como colas de pavo real o palomos coliteja con lluvia sobre sus plumas... no d.ice nada, porque el "capillita" sevillano suele ser prudente; pero en su interior siente una pena enorme

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