Pregón de Semana Santa Joaquín Romero Murube

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Cena llegaba al centi:o de la Europa, al entrecruoe de sus siete calles. Alli había IDla parada de rigor. Elx:istia antiguamente en la esquina de la calle Corre­ duría y Cañaverer ía., fonnando chaflán, una casa mo­ destísima, de una sola planta, con un enorme portalón, y el teja.do cayendo en agua sobre el muro de fachada, todo de una construcción ingenua y primitiva, como en las casitas de cartón pa.ra los Belenes y los Naci­ mientos. Allí había una freiduría de pescado. El humo del aceite frito salia por todas partes menos por la chimenea. Bien: pues aquel fondo, pobre, casi misera­ ble, era el que le iba bien a la procesión. Nada había alli que desentonase. La escenografia de la Europa, aquel fondo de posada de pueblo, la gente vestida con calidad de !)Ueblo rico, se compaginaba perfectamente con el ambiente bíblico de la representación procesio­ nal ¡Q ué cosas 1 . e decía a J udas la gente de la Europa! Hoy ya no es posible ver en aquel sitio ninguna pro­ cesión. Un ar q uitecto desaprensivo, o tal vez la im­ posición de algún nuevo rico, ha labrado en aquel mis­ mo sitio en que estaba la · modestísima. y simpática freiduría, un "liotel meuble"-huele mal hasta la pa­ labre j a...-eíl un estilo arquitectónico que lo mismo puede ser .aquello la casa del Gobernador francés en Mozambiqu� o elConsulado alemán en Bostx>n ... To-

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